Entre el siglo VI a.C y el siglo XII ya en nuestra era se desarrolló una importante cultura, la del imperio Tiahuanaco-Huari, que primero tuvo su capital en Tiahuanaco, muy cerca del lago Titicaca y que más tarde, en los últimos siglos del imperio, tuvo su más importante centro cultural, económico y social en Huari, enclave que se encuentra muy cerca de la actual localidad de Ayacucho, en Perú.
El influjo de la cultura del imperio se realizó primero desde Tiahuanaco y luego desde la que fuera ciudad rival de ésta, Huari, conquistada asimismo por los pobladores de Tiahuanaco. Una de las grandes razones que motivaron el dominio de Tiahuanaco fue que se encontraba en una privilegiada posición estratégica en la cuenca lacustre, lo que le permitía controlar el flujo comercial de la zona, en la que tenían gran valor productos como el maíz, el ají y la coca. Por otro lado, una sociedad que había sido capaz de levantar un imperio tan importante debía de ser, lógicamente, compleja y estratificada.
Efectivamente, el poder residía por entero en la capital, Tiahuanaco, desde la que se gobernaban las provincias que conformaban los extensos límites del imperio. Asimismo, la clase dirigente constituía una aristocracia que se arrogaba un gran número de privilegios y que controlaba tanto los aspectos relacionados con la política de las colonias como la distribución de los bienes que eran producidos en la capital.
Por su parte, Huari fue una ciudad con un marcado carácter militar, en la que los guerreros gozaban de un privilegiado estatus, mientras que los últimos escalafones de la sociedad se encontraban los pastores y los agricultores. Además, con la eclosión de Huari se inicia, como veremos más adelante, la época de los grandes asentamientos urbanos.
Tiahuanaco
Tiahuanaco es el sitio arqueológico más importante del altiplano. Se halla situado en el departamento de La Paz (Bolivia), a pocos kilómetros del lago Titicaca y a una altura de 3.800 m sobre el nivel del mar. Desde los primeros días de la conquista, sus ruinas llamaron la atención de los cronistas españoles, y Cieza de León, Acosta, Garcilaso y Cobo nos han dejado descripciones del monumental conjunto. Viajeros del pasado añadieron información gráfica y literaria.
El arqueólogo estadounidense Wendell C. Bennet, que trabajó en Tiahuanaco en 1932, propone dividir su cultura en tres períodos: «temprano», «clásico» y «expansivo»; el arqueólogo boliviano Carlos Ponce, en cambio, distingue hasta cinco épocas claramente diferenciadas en los estilos cerámicos; para la cultura propone, al igual que Bennet, tres períodos, denominándolos: «aldeano», «urbano» e «imperial».