En la antigua Biblos se construye en este período el templo de los Obeliscos, una muestra más de las influencias egipcias en las formas artísticas de los fenicios. El templo, frecuentado por todas las capas de la población, ofrece una imagen auténtica de las costumbres y el arte fenicio.
La entrada del templo se encontraba delimitada por un umbral: en el centro del espacio sagrado se elevó un gran betilo del que sólo se conserva la parte baja, y ante este símbolo se encuentran pequeñas fuentes destinadas a ofrendas líquidas que se vertían en una fuente más grande situada a la derecha de la entrada.
En el patio que rodea este conjunto se multiplicaron las reproducciones del motivo central, betilos y pequeños obeliscos aislados o agrupados. En un ángulo del patio había una losa para recibir las ofrendas. En todas las ciudades cananeas se erigieron betilos y obeliscos, cuyo culto permaneció enraizado durante bastante tiempo.
El contenido del templo de Biblos no se correspondía con su pobreza arquitectónica. Sus riquezas han dejado constancia de la singularidad del arte fenicio y de su inclinación a la adaptación de modelos foráneos.
Numerosos exvotos, depositados a menudo en tinajas de vientre más o menos ovoide para las ofrendas voluminosas y pequeñas tinajas cilindricas con cobertura en forma de casquete para las pequeñas, principalmente estatuillas de bronce laminadas en oro, dan testimonio de la riqueza de la ciudad. Muchas de estas figuras están representadas en pleno movimiento y tocadas con la lebbadé, o gorro cónico; algunos de estos exvotos cuentan con varias decenas de estatuillas.
La mayor parte de estas pequeñas esculturas estaban recubiertas de una fina hoja de oro, cuya extrema delgadez demuestra la técnica y gran habilidad de los artesanos fenicios. La técnica del laminado la aplicaron mil años más tarde sobre el marfil que trajeron de los países de África, marfiles dorados fenicios que anuncian ya las obras criselefantinas de Fidias.
Estas estatuillas de bronce, modeladas a la manera egipcia con el cuerpo afilado y los hombros rectos, contrastan con otras de barro cocido, aunque también existen algunos ejemplares de bronce que representan figuras de rostro barbudo y nariz prominente de tipo netamente semítico. Las que aparecen con el brazo hacia adelante son representaciones del dios fenicio Reshef. A veces, la influencia se muestra simultáneamente, pero predomina el tipo egiptizante sobre el oriental.
Los fenicios fueron gente piadosa: su panteón, rico en divinidades, propiciaba un culto politeísta con un principio de pronunciada monolatría. Cada ciudad tenía su divinidad protectora: en Tiro se veneraba a Melkart, en Biblos a Baal. Un mundo de dioses bien atestiguado iconográficamente que coexistía con la adoración de las piedras erectas, los betilos. Una figura frecuente en la estatuaria fenicia es la diosa de la Fecundidad, representada por Astarté.
Dos estatuillas del siglo XVIII a.C. una de barro cocido y la otra de bronce, la muestran con la mano o las manos sobre los senos y el sexo enmarcado por un triángulo punteado. En otras ocasiones, esta representación es muy estilizada y se limita sólo al sexo, como se aprecia en una gruta al norte de Tiro en la que aparecen triángulos en las paredes dedicados a esta diosa.
También existen divinidades de la fecundidad representadas vestidas, en este caso identificadas con la Isis egipcia.
Otros exvotos encontrados en el templo de los Obeliscos reproducen toda clase de figuras de animales con clara tendencia a la esquematización propia del arte fenicio: monos erectos, gatos adormilados, chacales al acecho, leones, erizos, hipopótamos, animales llenos de vida y de vigor cuya perfecta ejecución, en especial los hipopótamos, hace suponer que fueron modelados a partir de ejemplares vivos.
Completando esta riqueza escultórica, hay que destacar las figuras grotescas, personajes en actitudes diversas con el vientre abultado, comiendo con glotonería o riéndose. Se creía que estas figuras alejaban los malos espíritus que causaban la esterilidad de las mujeres y la tierra.
La fecundidad, representada a partir de figuras o atributos femeninos, o simbolizada en la representación del parto, como sucede con el fetiche en terracota encontrado en la necrópolis de Aczib al sur de la ciudad de Tiro, del siglo V a.C, es frecuente en la iconografía fenicia.
Entre los restos encontrados en Biblos destacan también trabajos en metal y orfebrería, como los puñales, exvotos realizados con técnica depurada y gran sensibilidad. Estas donaciones reales, de los siglos XIX y XVIII, en oro macizo o laminadas, están decoradas con variadas escenas de tipo egiptizante y mesopotámico.
También las hachas, cuya forma original se debe a Mesopotamia, dan medida del buen gusto de los orfebres fenicios. Piezas de proporciones elegantes, decoración preciosista y técnica depurada en las que es frecuente el filigranado de motivos geométricos. Las filigranas formadas de bolas minúsculas, que el orfebre ha acolado en caliente una a una, tienen su antecedente en el famoso puñal de Ur, realizado mil años antes, pero sus bolas son mucho más pequeñas, finura de técnica parecida a la de Egipto.
Las ruedas solares, en electro o en oro, procedentes del templo de Biblos están decoradas con incisiones en motivos radiantes de palmeras; el papel simbólico de la palmera se convirtió, en la época helenística, en el emblema fenicio por excelencia utilizado también en las monedas.
La diversidad de formas y motivos decorativos de los objetos encontrados en Biblos, cuya diversidad de influencias va de lo egipcio a lo mesopotámico, egeo, e incluso hitita, dan al arte fenicio su verdadera dimensión social y artística.
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