Indudablemente, Fuenteovejuna es una de las obras más famosas de Lope de Vega. Fundamentada en la venganza del honor maltrecho, describe un acontecimiento rigurosamente histórico, ocurrido unos ciento cincuenta años antes de la composición del drama.
A fines del siglo XV, Fernán Gómez de Guzmán, comendador mayor de la Orden de Calatrava, ejerce en el pueblo andaluz de Fuenteovejuna su despótica autoridad.
Prendado de Laurencia, ésta es defendida por el joven Frondoso, que está enamorado de ella y llega a amenazar de muerte al Comendador.
Conmovida por este acto de valor, la muchacha corresponde a los sentimientos de Frondoso y accede a casarse con él.
Durante la fiesta nupcial que sigue a la boda, los hombres de Fernán Gómez raptan a la esposa y encarcelan al marido.
Surge entonces entre los habitantes de Fuenteovejuna un sentimiento de odio todavía más fuerte que el provocado por las vejaciones anteriores: el deseo de venganza es muy poderoso, y se pretende reparar la afrenta una vez por todas.
Sin embargo, no deja de ser también intenso el temor, ya que Gómez es fuerte, cruel, y representa en el pueblo la autoridad real. Los hombres celebran consejo; pero, no obstante, se muestran timoratos y vacilantes.
Quien les impulsa a la acción, a la revuelta, es precisamente Laurencia, la cual, luego de haber sido maltratada, logra escapar de sus raptores, y, presentándose furiosa ante la reunión de los vecinos, cubre de injurias a los hombres de la población, a quienes acusa de cobardía.
Estos, entonces, se amotinan, y uno de ellos hiere mortalmente a Fernán Gómez, sin que los esbirros de éste consigan descubrir al matador.
La noticia de tal suceso llega a la reina Isabel, que lo considera una justicia arbitraria y envía sus jueces a Fuenteovejuna para que identifiquen al culpable. Posiblemente, todo el pueblo sabe quién ha sido; por lo menos, muchos no lo ignoran; sin embargo, nadie confiesa.
Torturados hombres y mujeres, ancianos y niños, a la pregunta del juez «¿Quién mató al Comendador?», todos, sin excepción, responden: «Fuenteovejuna, señor».
La reina, entonces, comprende que semejante heroísmo no puede carecer de razón, y, luego de haberse informado mejor acerca de lo ocurrido, da por terminado el proceso con un perdón general.