Otra serie de objetos arqueológicos compuesta por vasos y estatuillas revela todavía dos nombres más atribuibles a reyes mariotas. Se trata de Iku(n)shamagan y Shalim, de los que, por desgracia, se sabe poco más que el nombre y de cuya intervención en la ciudad no se tiene ningún dato.
Tras los ciento treinta y seis años que duró su realeza Mari, no obstante haber utilizado las armas en su defensa, se vio obligada a ceder el mando a otra de las ciudades-estado sumerias: esta vez a Kish.
Tras pasar largos años de decadencia y silencio, el renacimiento de la urbe se produce antes de que Hammurabi, rey de Babilonia, restablezca la unidad mesopotámica, fragmentada entre cuatro soberanos regionales. Durante el período anterior a la unificación en torno a Babilonia se produce un rico florecimiento artístico, de inspiración semítica, en el que ya aparecen las características del que después podrá llamarse, con toda propiedad, arte babilónico. Por tanto, se trata éste de un período de gran importancia para anticipar la evolución del posterior arte babilónico.
Varias son las sorpresas que nos depara esta época de esplendor artístico que viviría Mari antes de que Hammurabi se convirtiera en el verdadero señor de Mesopotamia. Y, entre todas ellas, sin duda lo más relevante de este nuevo período de florecimiento de Mari es el formidable empuje arquitectónico que han revelado las excavaciones. Ello parece una prueba evidente de que se disponía de mano de obra suficiente y de recursos económicos importantes en la ciudad de Mari, pues, de otra forma, resulta muy complicado llevar a cabo las empresas arquitectónicas que las excavaciones han descubierto.
Entre todos los edificios explorados destaca el gigantesco palacio del rey Zimri-Lin, que cubría una superficie de más de tres hectáreas y media. Se trata de una superficie realmente descomunal que sin duda nos muestra el poder del que debió de gozar el mencionado soberano. Una extensión tan fantástica para «una sola casa» obligó a organizar este palacio de una forma algo especial pues era evidente que no se podía estructurar alrededor de un único centro. De este modo, este gran palacio se organizó en torno a una serie de centros o patios que definían diferentes sectores afectados a actividades distintas. De este modo, se encontraban el sector administrativo, el sector de las habitaciones privadas de la corte, la zona sagrada con el templo palatino, y el sector de servicios con almacenes, cocinas y talleres diversos.