Los seguidores de Caravaggio

El enorme impacto que produjo Caravaggio no sólo en el arte sino en la mentalidad de su tiempo tenía, necesariamente, que ser imitado aunque sólo fuera como receta. Pero así como los parientes y seguidores de los Carracci forman grupo y escuela, los artistas influidos por Caravaggio son tan diferentes entre sí que resulta difícil ponerse de acuerdo sobre su número y calidad.
Es normal, sin embargo, considerar como más importantes a: Orazio Gentileschi (1563-1647?), Orazio Borgianni (1578-1616), Cario Saraceni (1580-1620), Bartolomeo Manfredi (1580-1620), Valentín de Boullogne, llamado el Valentín (1594-1632), Giovanni Battista Caracciolo (muerto en 1637), Giovanni Serodine (1600-1631) y Artemisia Gentileschi (1597-1651).
Quizás el más importante de todos sea el más viejo, Gentileschi, quien llegó muy joven a Roma y se puso a trabajar con los manieristas. Y si bien comenzó con un fresco en Santa Maria Maggiore, pronto abandonó ese método para consagrarse a la pintura al óleo, vehículo indispensable para poner en ejecución los principios luminísticos que interesaban al propio Caravaggio. Con todo, Gentileschi no pierde nunca sus cualidades toscanas: línea pura y dura que recuerda a Bronzino, color claro y frío que evita los grandes contrastes. No es pues un "tenebrista" ni se interesa en la intensidad cromática ni en el movimiento intenso.
Borgianni vivió mucho tiempo en Madrid donde pudo conocer la obra del Greco. Artista difícil de clasificar, por un lado es un magnífico dibujante y se complace en los escorzos atrevidos. Por otro, no llega nunca al "brutalismo" de Caravaggio y hasta, a veces, envuelve sus figuras en un halo tembloroso de oscuridad que lo hace parecer avanzado para su época.
Saraceni era originario de Venecia y había llegado a Roma poco después del 1600. Al revés de los otros, éste era un verdadero fanático de Caravaggio aunque no siempre llegara a copiarlo con absoluta eficacia. En ocasiones -como en el Milagro de San Benno (iglesia de Santa Maria dell'Anima, Roma)- la imitación es perfecta: los tipos resultan "vistos" sin idealidad, las formas claras avanzan con relieve plástico ante la oscuridad exagerada que las gana apenas se alejan de la fuente luminosa.
Manfredi es el gran imitador consciente de Caravaggio, hasta el punto de que muchas de sus obras han sido consideradas como originales del maestro. Sin embargo, Manfredi exagera el aspecto áspero del caravaggismo descuidando, en cambio, sus virtudes.
Valentín de Boullogne nació en Francia y a los veintitrés años fue a trabajar a Roma. Es un artista capaz de elevarse de los simples temas de la pintura de género hasta los cuadros de contenido religioso. Las grandes telas que quedan en Italia o las del Louvre, atestiguan el talento de este gran orquestador de masas, de este colorista que siente predilección por los tonos sombríos. Es, entre los pintores directamente influidos por Caravaggio, el que alargó más en el tiempo la marca inconfundible del gran renovador.
Caracciolo, más conocido como Battistello, dio comienzo a su actividad artística al tiempo de la estancia de Caravaggio en Nápoles, donde Giovanni Battista había nacido. Si al principio copió el arte del pintor lombardo, pronto debió imitarlo sólo en el diseño y la concepción plástica, ya que el fresco, al que se consagró, no favorece para nada la técnica luminística.
Serodine es un extraño pintor nacido en Ascona. Fue pronto a Roma, donde iba a morir muy joven. Baglione, el cronista, dice que es de los que más querían imitar a Caravaggio. No obstante, su técnica desflecada recuerda a la de Borgianni y hoy parece un anticipo inverosímil del Impresionismo.
Por último, una hija de Gentileschi -Artemisia- fue una pintora culta e "internacional": nacida en Roma, viajó a Londres, pero vivió y murió en Nápoles. Excelente artista, en general delicada y fina, a veces es capaz -como en la Judith y Holofernes (Uffizi)- de una gran crueldad.

 

Judith y Holofernes de Artemisia Gentileschi
Judith y Holofernes de Artemisia Gentileschi (Galería Uffizi, Florencia). Discípula de su padre, Orazio, en este cuadro, la influencia caravaggiesca es visible en la intensidad cromática, en sus efectos luminosos y en el movimiento acentuado de estas "medias figuras". Artemisia, que fue una pintora precoz, fue también una artista delicada y fina, aunque con una gran energía que le permitió abordar un tema tan realistamente cruel como el que narra este cuadro.