La numismática celta

Las monedas celtas fueron acuñadas en toda Europa central y occidental desde finales del siglo IV hasta finales del siglo I a.C. en el continente, y desde finales del siglo IV a.C. hasta mediados del siglo I en las Islas Británicas. Los celtas emplearon básicamente modelos griegos y romanos para los diseños de sus monedas, si bien pronto transformaron la iconografía italo-helénica para adaptarla al imaginario celta.
Según el área se tomaron diversos prototipos. Así, en Britania y Galia se tomaron las monedas de oro de Filipo II de Macedonia, en Panonia se adoptaron las de plata de este mismo monarca, en Centroeuropa y en los Balcanes se siguió el modelo de las de oro de Alejandro, mientras que en la península Ibérica y el sur de la Galia se tomaron los prototipos romanos y los de las colonias griegas de Ampurias y Rosas.
Se producían mediante dos sistemas, conocidos como acuñación y fundición. El primero consistía en la creación de piezas en blanco mediante la fundición del metal y su introducción en moldes de arcilla con forma circular, previamente estudiados para que cada moneda tuviera un peso conreto.
Una vez enfriado el metal, éste era acuñado mediante un cuño tallado en una piedra resistente o en bronce o hierro. El modelo a transmitir era normalmente más grande que la moneda y por eso, muchas veces, en ésta solo se encuentra un tragmento del dibujo. El diseño se tallaba en el cuño a manera de negativo de forma que al picar la moneda quedara en ésta en positivo.
El sistema de fundición consistía en la creación de moldes de barro en los cuales se había diseñado la moneda. Se echaba el metal líquido y cuando este se solidificaba, se rompía el molde quedando las monedas unidas por unos hilillos de metal.

monedas celtas

Monedas celtas halladas en Anvaing (Hainaut), Nukerke (Flandes Oriental) y Strijer (Brabante), Museo Arqueológico Nacional de Bruselas.