Pareja danzando en la tumba de Las Leonas

Los frescos de la Tumba de las Leonas fueron realizados en el año 560 a.C., aproximadamente, y pertenecen al segundo período de la pintura etrusca, también denominada arcaica (575-490 a.C.).
En la pared frontal de la composición se observan dos leonas peleando, una bailarina, dos músicos y una pareja danzante; los muros laterales representan un banquete. La decoración de la tumba alude a una imagen de la vida aristocrática.
Si se presta atención en el detalle de la pareja danzando, se observa que la escena está representada en la franja superior del muro, sobre un friso de olas marinas, delfines y pájaros. De acuerdo a los cánones estéticos de la época, la mujer es morena, con la piel blanca; y el hombre es rubio, con la piel bronceada.

pareja danzando

La figura femenina está ataviada con una túnica transparente, lleva el cabello recogido y adornado con un pasador y hace sonar los crótalos en sus manos.
Su acompañante está desnudo, los rizos de su cabello le caen por la espalda y en la mano lleva una jarra de vino (oinochoe). Otra jarra de boca larga está en el suelo, y la linterna que se encuentra colgada detrás de la joven permite inferir un ritual nocturno. La danza está ligada al banquete fúnebre que se historia en las paredes laterales de la tumba. El decorado de la ceremonia se adapta a una imagen de la vida propia de la ciudad, puesto que la nobleza en el segundo período de la cultura de Tarquinia no hace alusión a sus orígenes agrícolas.
Se puede observar que los cuerpos de los personajes están pintados con la cabeza y los miembros de perfil y el busto de frente, como sucedía en la iconografía egipcia. Si se traza un eje vertical entre los danzantes, las figuras resultan simétricas en su postura, ambos tienen la pierna izquierda flexionada; los bustos, en cambio, están sometidos al efecto de un espejo la mujer eleva el brazo izquierdo y el hombre el derecho.
Las líneas principales están basadas en la curva, de modo que constituyen la trayectoria de la fuerza de la composición y expresan la energía de la danza que se lleva a cabo. La vitalidad de la danza no ha reprimido la delicadeza y minuciosidad con que están elaborados hasta los más pequeños detalles: el lino drapeado de la túnica de la mujer y el bello trazo con que se ha dibujado su oreja; la forma estilizada de la jarra que se encuentra en el suelo que sigue con su contorno una línea ascendente desde la base, pasando por el cuerpo hasta resolverse en la armoniosa boca; los detalles de la lámpara de aceite, el gancho en forma de cabeza de cisne, el detalle de la soldadura del mango y la argolla que la sostiene, sujeta a una línea negra que delimita la parte superior de la representación y alude a una viga imaginaria del techo.
Los tonos en los que está compuesta la escena siguen una tendencia similar. el color rojizo se interrumpe irregularmente en los márgenes perfilados por una línea negra, produciendo una vibración que acentúa el realismo de la escena En la figura femenina el efecto adquiere más expresión: el tono parduzco que bordea el cuerpo y la túnica, sólo coincide parcialmente con el contorno negro.
La Tumba de las Leonas, uno de los más bellos ejemplos pictóricos del arte etrusco, fue descubierta en 1874 en Tarquinia.