Giovanni Pisano y Arnolfo di Cambio

 

Giovanni Pisano, concluido el pulpito de Pistola, fue llamado a Pisa cuando tenía ya más de sesenta años para labrar todavía el pulpito de la catedral, que tenía que superar al ejecutado por su padre para el baptisterio. Descompuesto por los cabildos barrocos, el pulpito de la catedral estaba reducido a fragmentos en el museo episcopal, pero en 1926 fue restaurado y restablecido a su lugar. Allí, en la catedral, a pocos pasos del baptisterio, la obra de Giovanni se puede comparar con la de su padre Nicola. El pulpito de Giovanni para la catedral de Pisa, realizado entre 1303 y 1310, es una obra aún más extremadamente apasionada que el pulpito de Pistoia y mucho más cargada de intelectualidad que el pulpito ejecutado cuarenta años antes por Nicola en el baptisterio. Está sostenido por varias columnas y figuras rígidas a manera de cariátides, penetradas de una fuerza sentimental extraordinaria. Una de ellas, la estatua que personifica la propia ciudad de Pisa nutriendo a propios y extraños, se yergue convulsa sobre cuatro figuras simbólicas de las Virtudes y el águila imperial, exponente del carácter gibelino de la ciudad.
Lo más sorprendente de este pulpito, en contraste con la serenidad del pulpito del baptisterio, es la gran cantidad de pequeñas notaciones lineales que dividen los volúmenes en sobresaltos luminosos, las proporciones alargadas de las figuras y sus gestos de una vehemencia extraordinaria. Sus temas van de la alegoría didáctica a las alusiones más existenciales del camino de la salvación, tema tan querido por las órdenes mendicantes.
El Renacimiento, sin embargo, debía seguir su camino. Giovanni de Pisa fue un genial episodio en sus comienzos. Arnolfo di Cambio, menos genial que él, lo guió otra vez a la buena senda trazada por Nicola. Después de dejar a los dos písanos trabajando en la construcción de la fuente de Perugia, regresó Arnolfo a Roma, donde le encargaron dos obras bellísimas, que aún hoy vemos en su propio lugar: los ciborios o baldaquinos para los altares de las basílicas de San Pablo Extramuros y Santa Cecilia del Trastévere. Los dos tienen una forma muy parecida; se levantan sobre cuatro columnas que sostienen otros tantos arcos ojivales, decorados en sus esquinas con ángeles y profetas; en ellos se revela, principalmente, el estilo puro del discípulo de Nicola.
Uno de estos ciborios, el de San Pablo Extramuros, lo firma Arnolfo: Hoc opusfecit Arnolfus. Después regresó a su patria, Florencia, pero antes se detuvo en Orvieto para labrar el sepulcro del cardenal Braye, que servirá como modelo para los sepulcros de esta época protorrenacentista. Así como el arca labrada por fray Guglielmo en Bolonia tenía simplemente la forma de un sarcófago clásico, en Orvieto el sarcófago sobre el que parece descansar el difunto está dentro de un baldaquín; dos ángeles levantan unas cortinas para dejar ver el cadáver tendido sobre la caja.
Debe mencionarse aquí a Lorenzo Maitani, discípulo de Giovanni Pisano. Los relieves que realizó en la fachada de la catedral de Orvieto, entre 1310 y 1330, se distinguen de la violencia de su maestro por la ondulación suave de sus líneas y por un tierno modelado.
No se conoce el autor del arca sepulcro del cuerpo de Santa Eulalia en la catedral de Barcelona, pero debió de ser pisano. Su estilo quizá delate la mano de un discípulo de fray Guglielmo. Encima, una Virgen y unos ángeles parecen confirmar la atribución.

 

Estatua de Carlos de Anjou

Estatua de Carlos de Anjou, rey de Nápoles, por Arnolfo di Cambio (Musei Capitolini, Roma).