La catedral de León

 

Encargadas por el obispo Manrique de Lara, las obras de la llamada pulchra leonina comenzaron en 1258 y concluyeron en 1303. El proyecto debió obedecer a la necesidad de León de reestablecer su valor después de que el reino se uniera en 1230 a Castilla. El edificio, atribuido al arquitecto francés Enrique y ubicado en el camino de Santiago, se inspiró en la catedral de Reims, y adoptó el gótico pleno del siglo XIII francés, caracterizado por enormes vitrales de tracería y grandes rosetones, aprovechando el espacio de carga liberado en los muros mediante la introducción de arbotantes.
Tras la muerte del francés, encargado también de la construcción de la catedral de Burgos, ambas obras pasaron a cargo de Juan Pérez. Entre 1476 y 1481, se añadió a la catedral de León el coro, compuesto de dos filas de sitiales extraordinariamente tallados en nogal por Juan de Malinas y el holandés Diego Copín. La utilización de la piedra hallada en la región, de escasa finura y deleznable en muchos casos, provocó el deterioro sistemático de la catedral: la restauración del siglo XIX aspiró a reintegrarle su altivez gótica.
En su fachada, la obra presenta un triple pórtico de arcos ojivales inspirados en los brazos del crucero de la catedral de Chartres. Las puertas, adornadas con elaborados relieves, representan el principal elemento decorativo del exterior de la iglesia. En el tímpano aparece la imagen de Cristo entre la Virgen y San Juan, con una escena del Juicio Final debajo. En los flancos del frente se encuentran las asimétricas torres del reloj y de las campanas.
Pero la particularidad más destacada de la catedral se halla en sus vidrieras. Algunas de las ventanas datan del siglo Xlll y están consideradas como las más importantes del medioevo español. Presentan características del gótico inglés y la superficie que ocupan ha ganado casi todo el espacio mural. Los tres cuerpos en que están compuestas se corresponden con los mundos natural, humano y celestial. Las ventanas inferiores de la nave central se constituyeron con motivos naturalistas de especies vegetales de la región leonesa, como álamos y robles. Las ventanas del triforio representan motivos heráldicos de exuberante policromía. Es importante subrayar como atributo innovador de la catedral su claristorio o cuerpo alto de las ventanas, con vidrieras ojivales que representan imágenes de santos y profetas.
Las columnas del interior de la iglesia poseen capiteles naturalistas labrados con motivos vegetales, que dan cuenta del interés artístico por captar la naturaleza que se extendió desde el norte de Europa en el siglo Xll. Aunque no cuenta con una nave de altura excepcionalmente elevada, la espigada elegancía y la sobriedad de la decoración, desahogan el interior confiriéndole una sensación de altura.
El trascoro de alabastro de la catedral es un añadido renacentista llevado a cabo por Baltasar Gutiérrez y Esteban Jordán. Vale la pena destacar el retablo gótico del siglo XV que conserva el templo. Obra del artista Nicolás Francés, el políptico relata la vida de San Froilán, patrono de la diócesis de León, pintado al óleo sobre tabla y guarnecido con panes de oro.


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