En la época gótica, la escultura francesa independiente de la decoración tiene que admirarse en los marfiles. Los tallistas repiten los temas predilectos de la devoción de aquellos tiempos; se conservan placas con escenas evangélicas y con la glorificación de las personas divinas, y hasta muchas estatuitas de bulto que repiten en menor escala las imágenes de las catedrales. Pero, además, los marfiles proporcionan vistas de escenas profanas que revelan los sentimientos y las costumbres de los simples humanos.
En estos objetos se tallaban representaciones de la vida diaria, los placeres de la caza, en juegos de sociedad, los torneos, el cortejo, la seducción y hasta el consentir de la dama. Para disimulo se convertían en ilustraciones de libros narrativos con escenas galantes, como en los poemas del ciclo bretón y el Román de la Rose, y varios romans d’amour. Algunas veces las escenas de amor son de un erotismo peligroso: la enamorada llega a desceñirse del cíngulo; pero no se descubre un solo marfil gótico obsceno. El castillo del amor se defiende con tesón, desde las almenas, con las rosas que arrojan las doncellas.
Coronación de la Virgen (Musée du Louvre, París). Es una obra maestra de la eboraria gótica policromada y se ha fechado alrededor del tercer cuarto del siglo XIII. Es un grupo escultórico compuesto por la Virgen y Jesucristo, quien levanta el brazo en el ademán de colocar una corona a la Virgen como reina de los cielos. La Virgen baja la cabeza y junta las manos en un gesto entre sumiso y agradecido.
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