La expansión de la cultura griega: el helenismo

 

Las casas tienen las menos aberturas posibles a la calle; si dan a dos vías, la puerta se halla a veces en la calle menor, escondida a la mirada de los transeúntes. Esta puerta, por medio de un corredor lateral, conduce a un patio cuadrado, en el cual, se abren todas las piezas de la casa; en el fondo de este patio está la sala principal, que sirve para recibimiento y comedor.
La disposición de las viviendas griegas de Délos y Priene varía poco; todas tienen el patio central, más o menos grande, que falta en las casas romanas de la época republicana. La diferencia revela origen diferente: la casa griega nació de la habitación prehelénica con patio y megarón; la casa romana procede, en cambio, de la choza primitiva del Lacio, hecha con troncos y ramas y una abertura superior para dar salida al humo, la cual se convierte en el atrium. Al comenzar el siglo I, la moda por las costumbres griegas introduce el patio central en las casas romanas, por lo cual la mayoría de las de Pompeya y de la Roma imperial son verdaderamente casas griegas, tan útiles para este estudio como las de Délos y Priene. En Pompeya algunas casas constan ya de varios pisos, y así debieron de ser también las de las grandes metrópolis helenísticas, como Alejandría y Antioquía; los tipos de Délos y Priene corresponden a ciudades poco populosas, en las cuales no había gran aglomeración de edificaciones.
En Priene, dominando el mercado con sus tiendas, se halla un gran pórtico, o stoá, como un paseo público. Los pórticos, muy abundantes, son una de las cosas más características de estas ciudades semilibres de Oriente, a las cuales las monarquías alejandrinas habían concedido innumerables privilegios. A veces los pórticos tienen dos pisos, como en la plaza porticada de Pérgamo, conocida como una basílica o lugar de contratación; los antepechos del pórtico superior están ya decorados con relieves de trofeos militares, de los cuales hubo de sacar tanto partido el arte del Imperio romano. En el lado norte de esta plaza de Pérgamo se había alojado la famosa biblioteca de diez mil volúmenes, colocados en nichos alrededor de una sala cuadrada.
En la época helenística, las bibliotecas municipales estaban a veces en un edificio especial; la biblioteca de Efeso, restaurada por los austríacos, tenía una suntuosa fachada con dos órdenes de aberturas. Los manuscritos y los rótulos se guardarían en nichos cuadrados entre columnas, alrededor de los muros. En el fondo de la sala se ve aún un nicho mayor, donde debió de colocarse una gran estatua, acaso la representación de la ciudad o una figura divinizada del príncipe que había erigido el edificio.
La biblioteca de Éfeso se imitó en la época romana; las excavaciones de las Termas de Caracalla, en Roma, han puesto al descubierto los dos cuerpos de edificio ya señalados como bibliotecas al lado de la palestra, los cuales ahora se ha visto que tenían la misma disposición, los mismos nichos y columnas que la biblioteca de Éfeso.
Otro edificio de empleo intelectual era el gimnasio para la educación de la juventud, el cual venía a prestar el mismo servicio de los actuales institutos secundarios. El gimnasio de Solunto, emplazado en un lugar estrecho, tenía sus dependencias alrededor de un pórtico con dos pisos, el inferior dórico y el de arriba jónico, con sus salas. Pero el que se debe tomar como tipo del gimnasio griego es el de Siracu-sa. Tiene un hemiciclo con gradas para los ciudadanos que asistían a los cursos y conferencias, enfrente de un pequeño templo que lo aisla de la grandiosa y magnífica palestra para ejercicios musculares, que está detrás. Alrededor de la palestra corre un pórtico para pasearse y conversar, donde estaría también instalada la biblioteca.
Un elemento casi indispensable de una ciudad helenística era el buleuterion, o palacio del Consejo municipal. Muchas ciudades de Asia gozaban de tal autonomía y, por tanto, que necesitaban de este edificio, donde se reunía el minúsculo senado. Uno de los edificios de este género que se ha podido conocer de un modo completo es el de Mileto. El ingreso es un pórtico a modo de propileos, con cuatro columnas en la fachada, que conduce a un patio cuadrado, también porticado. En este patio hay una ara, que debía de ser altar o sepulcro de un ciudadano insigne (todavía un heroón), y en el fondo se hallan las dependencias destinadas a administración y la sala de reuniones.
El teatro nunca faltaba en una ciudad helenística. Dos cosas lo distinguen del antiguo teatro griego: sus dimensiones, cada vez mayores, y la escena, asimismo más grande y más lujosa. En esta época el número de actores aumentó constantemente, y se necesitó una escena capaz para las representaciones de gran espectáculo. Esto explica esas grandes escenas decoradas con columnas que tienen a veces la importancia de un monumento. A cada lado de la escena se halla la doble puerta por donde entraban los actores y el coro.

Ruinas del templo de Apolo Didímeo

Ruinas del templo de Apolo Didímeo, en Mileto. Esta vista aérea muestra las colosales columnas con las que erigieron este monumental templo híptero, que encerraban un gran patio central.

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