Raeren, cerca de Aix-le-Chapelle, fue el primer centro productor de vidriado a la sal de color marrón. Aquí se desarrolló plenamente el arte del vidriado a la sal y fue muy popular un vivo color bronceado. Se exportó cerámica especialmente hecha para Francia, Suiza, Noruega, España, Polonia, Hungría, Dinamarca e Inglaterra y con frecuencia se decoró con escudos de armas reales. Las mejores vasijas se hicieron en la segunda mitad del siglo XVI.
Las vasijas hechas más corrientemente fueron los picheles de media pinta, para beber, o la «canette». Cubiletes de panza redonda de arcilla fina, con poca o ninguna decoración, aparte de una banda de motivos en relieve alrededor del cuello, se produjeron con un vidriado marrón vivo. Grandes jarros recortados en el torno para quitar las marcas de torneado y perfeccionar el perfil, se hicieron en tres piezas separadas —cuello, cuerpo y pie— y unidas entre sí antes de que la arcilla se secase completamente. Otras formas populares fueron los jarrones Kaiser de tres asas, de casi 30 cm. de alto, los frascos de peregrino para contener agua de manantial, los frascos de bolsillo en forma de libros de oraciones, jarros complicados y jarros con figuras de cañones.
Una forma de decoración popular fueron los frisos de decoración en relieve, que fueron diseñados con gran originalidad por Jan Emens (Jan Emens Mennicken) el primero entre los ceramistas de Raeren, desde aproximadamente 1566 a 1594. Los motivos representaban escenas clásicas e incluían figuras desnudas de dioses masculinos y femeninos. Algunas estaban basadas en grabados, especialmente producidos por artistas alemanes, e incluían escenas religiosas, y escenas registrando acontecimientos sociales, tales como banquetes o fiestas. Más tarde Emens produjo una serie de jarrones enormes con dobles frisos de temas clásicos.
Uno de los grandes productos fueron los llamados bellarmines, jarrones redondos de cuerpo redondeado y cuello estrecho, a menudo de gran capacidad. Estaban decorados con una cara grotesca barbuda, modelada sobre el cuello y fueron quizá las más famosas de las cerámicas marrones; fueron llamadas así por el cardenal Bellarmine, un sacerdote medieval que prohibió beber, aunque la cara grotesca había sido un motivo decorativo popular mucho antes de que el cardenal Bellarmine hiciese su declaración.
Las vasijas hechas en Colonia se parecían a las producidas en Raeren en que tenían un color marrón similar, que se lograba utilizando un baño de hierro que producía tonalidades variables desde el castaño hasta el amarillo mate. Los motivos decorativos eran diferentes. También se produjeron en Colonia algunas cerámicas blancas. La decoración tendía a imitar piedras preciosas engastadas en metal; la influencia del Renacimiento italiano puede verse en bustos colocados bajo arcadas. Textos tales como «Bebe y come, no olvides a Dios» se combinan a menudo con hojas de acanto y medallones clásicos.
A principios del siglo XVI los ceramistas fueron expulsados de la ciudad de Colonia, porque los humos venenosos de cloro, emitidos por los hornos durante el proceso de vidriado a la sal, fueron considerados excesivos, y los ceramistas se trasladaron a la cercana ciudad de Frechen; aquí una buena arcilla plástica y una ciudad acogedora vieron el crecimiento de una industria que por el 1650 no tenía rival más que en Raeren. La decoración se caracteriza por aplicaciones de ramos de follaje, hojas y rosetas impresas simétricamente, sobre las vasijas panzudas. Los medallones y hojas de acanto continuaron siendo motivos populares.