Corrientemente los azulejos medievales se hacían de arcilla roja con un dibujo impreso en la arcilla blanda, que a continuación se rellenaba con arcilla de color en contraste, en general anteado o blanco.
Los dibujos corrientes eran motivos heráldicos, sencillos escudos de armas y flores y animales estilizados.
Los azulejos se utilizaban a menudo para los suelos de las catedrales y abadías. Un ejemplo temprano de la abadía de Halesowen se fechó en 1290.
Pueden verse ejemplos que están aún en su posición original en las salas capitulares de York Minster y de la abadía de Westminster. En distintos lugares la producción continuó hasta el final del 1600.