El primer estilo pintado griego reconocible, conocido como protogeométrico, comenzó a surgir alrededor de 1000 a.C. En esta época se desarrollaron formas que, con algunas modificaciones, fueron la base de las utilizadas a través de la mayor parte del período griego. La decoración estaba claramente definida con áreas claras de arcilla y áreas oscuras de engobe, formando dibujos equilibrados simples.
Las bandas de engobe se limitaban a los hombros y partes altas de las vasijas; se trazaban cuidadosamente con engobes, dibujos sencillos de semiespirales y círculos concéntricos que parecen haber sido hechos con precisión matemática. Los dibujos completamente abstractos rompen a la vez con el estilo naturalista de los cretenses y con el convencionalismo agarrotado de los micenos. Solamente se utilizaba engobe negro, aunque ocasionalmente daba marrón oscuro al cocerse.
Alrededor del 900 a.C. surgió más plenamente el estilo geométrico, caracterizado por formas rigurosamente definidas, con bandas de motivos ornamentales recubriendo toda la vasija. La decoración era aún regular y principalmente de motivos abstractos estilizados, pero posteriormente aparecieron también figuras humanas y de animales, de formas muy abstractas y todavía confinadas en las cenefas. Se representaron también escenas funerarias.
Se sabe muy poco acerca de otras artes de este período y puesto que no se han conservado mucho, estas vasijas pueden haber sido una de las principales formas artísticas; utilizadas a menudo como monumentos sobre las tumbas, tienen una seriedad de forma y diseño que les confiere una austera belleza.
El estilo geométrico maduro tiene una decoración aún más equilibrada, que corrientemente incorpora el asa al diseño. Los motivos decorativos incluyen no solamente círculos concéntricos, ajedrezados, triángulos, zigzags y meandros, sino también el trébol y la esvástica. Hacia el final del estilo se introdujo el modelado plástico y, por ejemplo, en los oinochai o jarras, los bordes estaban modelados.