Las cerámicas salpicadas policromas Tang de China se importaron en el siglo IX, y al principio inspiraron copias casi exactas, hechas por los ceramistas islámicos.
Para el cuerpo se utilizaba arcilla roja y se recubría con engobe blanco. Éste se salpicaba con distintos óxidos colorantes sobre un vidriado transparente de plomo. Estos óxidos se traducían en los colores amarillo y marrón, chorreando por la vasija, pues los vidriados de plomo eran muy fluidos.
Más tarde, el morado y el negro ampliaron la serie de colores en las vasijas. Los ceramistas islámicos improvisaron pronto sus propios métodos de decoración. Por ejemplo, se hizo corriente la decoración esgrafiada, que era la técnica de rascar el motivo decorativo en el engobe de arcilla de color contrastado, corrientemente blanco, para mostrar el cuerpo oscuro de debajo.
Se usaron los motivos tradicionales de palmas y rosetas. Ésta fue la principal diferencia en la apariencia entre las vasijas chinas y árabes. La observación del cuerpo de arcilla de estas vasijas ayuda también a diferenciarlas claramente, puesto que las cerámicas chinas se cocían a temperaturas más altas.
La técnica del esgrafiado se utilizó también ampliamente en otros tipos de cerámica islámica, de los cuales el más importante era el grupo de cerámica recubierta con vidriado al plomo monocolor, sobre la decoración en relieve.
Los vidriados de plomo fluido de colores vivos, verde y amarillo, se habían utilizado de forma limitada durante la ocupación de Roma y Egipto; la decoración en relieve era a menudo del estilo naturalista grecorromano. En el siglo IX los ceramistas egipcios llevaron su habilidad a Mesopotamia, donde cambió el estilo de decoración; por ejemplo, se hizo más popular el uso de la escritura cúfica.