El vidriado a la sal se utilizó por primera vez a finales del siglo XIV, o principios del XV y es, después del descubrimiento de la pasta dura de porcelana, la contribución más importante de Alemania al arte de la cerámica.
La arcilla adecuada que existía en Renania, en grandes cantidades y en yacimientos fácilmente accesibles, poseía un alto contenido de sílice, y reaccionaba bien con la sal común que echaban en el horno casi al final de la cocción. Se descubrió que, a elevada temperatura (1200 Cº), la sal (cloruro sódico) se volatiliza descomponiéndose en sodio y cloro, y el sodio se combina con la superficie de la arcilla para producir un vidriado químicamente simple, pero extremadamente tenaz y resistente.
Ocasionalmente el vidriado formado así es liso y marrón, otras veces tiene la superficie parecida a la piel de naranja, algunas veces es moteado de marrón y crema. Su color y textura dependen en gran parte del cuerpo de arcilla sobre la cual se forma, dando las diferentes clases de engobe de arcilla de distintos colores; pero la capa de vidriado es siempre delgada. La sal que se necesitaba para el proceso se importaba transportándola por el Rin, o se extraía de las minas alemanas de sal de Unna en Westfalia.
Además de la arcilla adecuada y la sal, se necesitaban hornos que pudiesen alcanzar la elevada temperatura requerida. Los ceramistas fueron capaces de apropiarse de los recursos y destreza de los fundidores de metal, quienes habían desarrollado materiales refractarios adecuados y habían aprendido cómo obtener elevadas temperaturas.
Otros factores influenciaron también en el desarrollo de la industria. La industria metalúrgica, que había estado establecida en Alemania durante 200 años, suministrando mucha información técnica, estaba produciendo objetos metalúrgicos finamente trabajados.
Éstos estimularon a los alfareros que desearon copiar las formas encrespadas del metal, así como sus finos dibujos grabados; puesto que el vidriado a la sal, formado por el vapor, no tiende a oscurecer los detalles finos sino a realzarlos y destacarlos, los finos dibujos realizados en el trabajo de los metales preciosos se obtuvieron con igual éxito sobre cerámica vidriada a la sal.
En Raeren, el centro especializado en cerámica marrón, se desarrolló un vidriado casi idéntico al bronce y aunque su parecido con el metal pudo haber sido fortuito, la popularidad de esta cerámica fue posible debida a este parecido.
Otro factor principal que estimuló el vidriado a la sal, fue el consumo creciente de cerveza y vino en toda Europa. Alrededor de 1500 d.C. una tosca bebida alcohólica de malta mejoró mucho por la adición de un nuevo ingrediente, el lúpulo; el resultado fue un gran aumento en el consumo de cerveza. Se hicieron populares los mesones y tabernas y hubo una gran demanda de las nuevas vasijas para tomarla, hechas de cerámica vidriada a la sal. Inglaterra también disfrutó de esta nueva bebida y se estableció un amplio comercio para proveer el país de los recipientes adecuados para bebería.
También se exportó el vino por toda Europa, incluyendo Inglaterra, en botellas de loza. La demanda de vasijas para beber de todas clases, especialmente la «canette», un recipiente con capacidad para una pinta y el alto y ahusado «shnelle» impulsaron la producción de loza vidriada a la sal, que era preferida a los picheles de barro cocido o metal.
Las cerámicas vidriadas a la sal se clasificaban en cuatro grupos, cada uno de los cuales tenía un centro principal de manufactura y unas características distintivas.