Según nuestro conocimiento actual, la primera cerámica procede de Anatolia; está relacionada con comunidades que habitaban en cuevas a finales del período mesolítico y está datada, por lo menos, en el 6500 a.C., aunque las investigaciones más recientes sugieren que la fecha puede ser anterior. Las primeras cerámicas no estaban decoradas y estaban hechas de arcilla local, marrón rojiza.
Éstas fueron seguidas en la misma zona por un grupo de cerámicas pintadas que proceden de alrededor del 5000 a.C. Lo más corriente eran dibujos con motivos geométricos pintados con pigmento rojo, sobre un engobe crema.
Los dibujos se hacían en las vasijas después de haber sido cocidas. La totalidad de la vasija estaba bruñida, para darle un efecto rico y agradable. La pintura de las vasijas reflejaba el interés contemporáneo por la pintura de los muros. Para la pintura de las vasijas pudieron haberse utilizado los mismos pigmentos derivados de arcillas locales de diferentes colores.
A partir de estos comienzos se desarrolló el estilo básico del Oriente Próximo, que permaneció fundamentalmente sin cambios hasta que se extendió el uso del torno y del vidriado, algo después del 2000 a.C. Se utilizaban los métodos de trabajo a mano y la superficie se bruñía a menudo para darle una apariencia lisa y ligeramente brillante.
Algunas vasijas se dejaban lisas, mientras que otras se decoraban, a veces con dibujos impresos, pero muy a menudo se pintaban con arcillas y pigmentos motivos geométricos sencillos. Indudablemente, los ceramistas de la civilización mesopotámica debieron en gran manera sus habilidades a los ceramistas anatolios.