Historia de la Cerámica

El Islam

Al final del siglo VII d.C., los países del Islam formaban un enorme imperio, que se extendió desde las fronteras de la India en el este, a través de Persia, Mesopotamia y norte de África, hasta España. A lo largo de tres generaciones, la fe islámica se había extendido rápidamente, unificando muchas razas, países y gentes.
En el siglo I d.C. las antiguas civilizaciones de Mesopotamia y Egipto habían decaído en gran manera política y socialmente, con el correspondiente descenso en la cantidad y calidad de las artes y artesanías. Persia, habiendo combatido a Bizancio por tanto tiempo, se había agotado a sí misma. Los siglos IV y v muestran, a través de todo el mundo árabe, un mayor declive de la vida sedentaria y un incremento del nomadismo, que es poco estimulante para la producción de vasijas. Las tribus árabes, que formaban una población considerable, aunque ampliamente nómada y pastoril, no reconocían ninguna autoridad salvo la de sus propios jefes tribales. En esta zona no existía una fuerza unificadora importante hasta que, en 622 d.C., los habitantes de Medina, una próspera ciudad comercial, dieron la bienvenida a Mahoma y sus maestros religiosos, que formaron la base de la fe islámica o musulmana. Mahoma atrajo rápidamente un fuerte grupo de seguidores y a su debido tiempo la fe dio a los árabes su unidad. El resultado final fue un espíritu completamente nuevo y coherente, en el que se establecieron organizaciones religiosas, políticas y sociales.
Mahoma declaró que el Corán no era solamente la palabra de Dios, sino una guía para la forma de vivir y prohibió su uso en traducciones; así se introdujo un lenguaje único, que podía leerse en todo el Islam, lo que tuvo también el efecto de unificar gentes distintas.
Los musulmanes creían que la revelación de Dios era doble, viniendo en primer lugar a través de los escritos del profeta, conocidos como Corán y, en segundo lugar, por los relatos de la forma de vivir del profeta. Tradicionalmente, el relato de lo que el profeta dijo, o hizo, se transmitió verbalmente, pero en el siglo IX se hizo un registro completo de estos acontecimientos. Este registro se conoce como el Hadith, o Tradición del profeta y estableció, por ejemplo, que estaba prohibida la idolatría, en forma de representaciones humanas o animales, como lo estaba el uso de metales preciosos para el servicio de mesa. Tampoco estaba permitido el vino. Estos mandatos tuvieron alguna influencia en el diseño y decoración de la cerámica; por ejemplo, los motivos geométricos y abstractos se prefirieron a los que representaban figuras, aunque existía abundancia de excepciones. La técnica de la pintura de lustre, originalmente desarrollada sobre el vidrio, se adaptaba para su uso en cerámica, probablemente porque imitaba el oro y la plata. Se prestó gran atención a la manufactura de fina cerámica decorada, que era altamente valorada en ausencia de vasijas de metales preciosos. Existe por lo menos un registro de los versos dedicados a los preciosos cuencos que adornaban la mesa de algún hombre rico. La prohibición del vino significó la ausencia de jarros para este líquido que, por ejemplo, en Grecia, habían proporcionado muchos envases decorativos para el comercio de exportación y, como consecuencia, se habían extendido a través de toda la zona mediterránea. Se hicieron recipientes para agua, a menudo con largos caños ahusados.
La cerámica no se utilizó en el Islam para fines religiosos hasta el siglo XIII o XIV, cuando se extendió la producción de azulejos para decorar las mezquitas. Los azulejos se decoraron a menudo con escritura árabe; se utilizaron la angular cúfica y la cursiva neskhi, aunque a menudo se desarrollaron como simples motivos decorativos, más que como inscripciones.
El establecimiento de un gobierno ordenado sobre una gran zona y el crecimiento de las ciudades y la industria favoreció el desarrollo de un intenso comercio interno e internacional. La ruta china a través de Asia Central puso a los árabes en contacto con los chinos y éstos tuvieron una importante influencia sobre la cerámica islámica durante tres períodos sucesivos. Las cerámicas blancas y los barros cocidos, ricamente pintados, de la dinastía Tang (618-960 d.C.) inspiró a los ceramistas musulmanes en el siglo IX; las finas porcelanas Sung de los siglos XI y XII fueron la segunda influencia y, finalmente, la cerámica azul y blanca de la China Ming produjeron cambios y desarrollos posteriores.
Sin embargo, una comparación de los ambientes y enfoque de las cerámicas hechas en China y el Islam, revelan importantes diferencias. En Arabia no existía patrocinio real, ni cerámica cortesana, y la artesanía se practicaba desde un punto de vista puramente estético, como lo fue a menudo en China. Todas las vasijas hechas por los ceramistas islámicos tenían uso principalmente en la vida diaria de un musulmán, y las cualidades de las vasijas raramente se valoraban por su belleza. Pero cuando las vasijas chinas finamente hechas, especialmente las porcelanas, se importaron al Islam, fueron emuladas por los ceramistas árabes que las imitaron y copiaron, a veces servilmente, utilizando técnicas de cerámica diferentes, antes de añadir sus propias ideas.
Toda la cerámica hecha por los ceramistas musulmanes se cocía a temperaturas de barro cocido, las cuales eran inferiores a las necesarias para la loza y la porcelana. No existían los conocimientos y las primeras materias necesarias para cocer vasijas a temperaturas más elevadas y se hicieron muchos experimentos intentando imitar la blancura de la porcelana china con temperatura de barro cocido.
Los resultados de estos desarrollos no se limitaron al Islam, sino que iban, con el tiempo, a afectar toda la cerámica de Occidente. El uso de vidriado blanco opaco de estaño, con decoración pintada de color, así como el vidriado al plomo sobre engobes coloreados, fueron procesos que se extendieron a través de Europa; la primera técnica a España e Italia y luego al resto de Europa occidental; la última, a Europa a través de Bizancio e Italia.
Gran parte de la belleza de la cerámica islámica se basa en su decoración, más que en su forma. La larga tradición de la cerámica decorada en Mesopotamia y el Oriente Próximo fue continuada y desarrollada por los ceramistas islámicos. Tanto si los dibujos estaban pintados como tallados, moldeados, o construidos en relieve, eran siempre bien pintados y cuidadosamente dispuestos en la vasija.
Los alfareros hacían casi todos los utensilios para la vida diaria. La forma relacionada con la función de la vasija, era siempre una consideración primordial, aunque la cerámica islámica se considera como unos de los estilos más ricamente decorativos. La serie de recipientes que se hacía era extensa e incluía tinajas, jarros para agua con largos caños para las abluciones rituales, copas, cubiletes, braseros y escupideras, aunque son los numerosos cuencos, a menudo ricamente decorados, los que actualmente reciben la mayor atención.

Período pre-islámico hasta 632 d. C.
Las primeras cerámicas islámicas (632-1150 d. C.)
Cerámica sin vidriar
Cerámicas vidriadas al plomo salpicadas
Cerámica blanca vidriada al estaño
Cerámica de lustre
Cerámica regional
Cerámica persa esgrafiada
Dinastía fatimita egipcia  (969-1171 d. C.)
Período islámico medio (aproximadamente 1150-1350 d. C.)
Centros de producción
Cerámica monocroma Selyúcida fina
Cerámicas pintadas y decoradas
Pintura bajo vidriado alcalino
Cerámica de lustre del período medio
Cerámica mameluca de Egipto y Siria
Último período islámico (aproximadamente 1350-1900 d. C.)
Cerámica Isnik
Cerámica azul y blanca
Período Safávida tardío (1499-1736 d. C.)

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