El horror de la guerra

Tras la Gran Guerra se produjo el definitivo estallido del cubismo debido a la rápida evolución que siguieron los pintores cubistas en su forma de ver e interpretar el mundo y el arte. Esta aceleración de un proceso que se estaba gestando desde hacía algunos años fue debida, como es lógico, a un acontecimiento histórico de tal magnitud que sacudió los cimientos de la sociedad europea de la época.
Pero una contienda mucho más terrible estaba por llegar. Cuando se creía que la civilización progresaba hacia un horizonte mejor y más justo, el nazismo vino a demostrar que la barbarie podía ser mucho más salvaje en una sociedad desarrollada y culta como era la de Europa.
Las consecuencias de la II Guerra Mundial aún perduran en nuestro mundo de hoy, y uno de los efectos más importantes que tuvo en el arte de la posguerra fue cargar de ansiedad y desazón las obras de muchos artistas, que no podían cerrar los ojos ante la tragedia que había supuesto un conflicto que acabó con la vida de cincuenta millones de personas. Pero además de esa "reacción emocional", la división del mundo en los bloques capitalista y socialista así como la hegemonía que alcanzó los Estados Unidos tendrían consecuencias a más largo plazo.
De esta forma, surgirán nuevas vanguardias y en la segunda mitad del siglo xx la capitalidad del arte pasará de París a Estados Unidos.


El relevo, de Luc-Albert Moreau (Museo Nacional de Arte Moderno, París).