Expresionismo abstracto

Al tratar del expresionismo se ha visto que nace como una reacción contra el lenguaje del impresionismo, movimiento al que se considera una banalidad por lo superficial de sus representaciones. Como se verá seguidamente, tras la II Guerra Mundial iba a cobrar definitivo protagonismo un país, Estados Unidos, que ya se había dejado seducir por las vanguardias artísticas de principios de siglo pero que todavía parecía no confiar completamente en sus propias posibilidades.
Con la crisis económica de los años veinte y la política aislacionista había comenzado un período sombrío para la pintura americana. Se observaba en todas partes cierto retorno al realismo tradicionalista y agrario, reivindicativo y social. La II Guerra Mundial había de dar a Estados Unidos el pleno sentido de su madurez artística. Y el público americano descubre una escuela nacional cuyos métodos le iluminan extrañamente sobre sí mismo. Se descubre, con sorpresa y reticencia al principio, el "arte americano". El expresionismo abstracto permite apreciar la amplitud de la contribución de la generación estadounidense de 1945 al momento de auge de un lenguaje no figurativo internacional basado en el desencadenamiento de la autonomía afectiva del individuo, la libertad de la escritura y el espontaneísmo del vocabulario pictórico. Como se ha señalado, las circunstancias del nacimiento de este movimiento están vinculadas a la intervención de un fenómeno capital en la historia del arte contemporáneo: el inicio de la participación real de los Estados Unidos en la vida artística internacional y el advenimiento de la hegemonía cultural neoyorquina.
Paralelamente a la difusión del expresionismo abstracto en Estados Unidos, iba a surgir en Europa el informalismo, un movimiento de gran envergadura que habría de prolongarse hasta la década de 1960 y que echará raíces en las tradicionales capitales del arte del Viejo Continente, como París, y que será de gran relevancia en España, donde tendrá sus focos en Madrid y Barcelona.