Arte del altiplano central mexicano

El altiplano central de México es una inmensa porción del territorio del país que incluye los actuales estados de México, Morelos, Tlaxcala, Puebla, el sur de Hidalgo y el Distrito Federal, que alberga la capital de la nación. Se empezará este recorrido por el arte del altiplano central mexicano en Teotihuacán,
cimiento de una cultura realmente fascinante, la azteca. Se trata de un recorrido que se inicia unos siglos antes de nuestra era y que finaliza con la llegada de los españoles al continente americano. De este modo, la primera aproximación será a la gran Teotihuacán para seguir por Xochicalco, Tula y el arte tolteca y acabar, como ya se ha señalado, en el período azteca.
Se ha establecido que la construcción de las grandes pirámides del Sol y la Luna de Teotihuacán se inició en el siglo II a.C, por lo que puede suponerse que la pujanza de esta ciudad debió de iniciarse algo antes.
Por otro lado, también se sabe que en el siglo VII de nuestra era un terrible incendio arrasó parte de la ciudad y con ello aceleró el proceso de decadencia que seguramente ya se había iniciado. Así, durante más de mil años, Teotihuacán se convirtió en una de las ciudades más importantes de su tiempo en Meso-américa, tanto por la modernidad de sus construcciones como por su relevancia como centro religioso.
De este modo, el declive de Teotihuacán marca el fin de una época en la que, en líneas generales, se
puede afirmar que dominaba el respeto entre las diversas ciudades-estado que albergaba Mesoamé-rica. Por tanto, y aunque todavía la ciudad de Xochicalco, por ejemplo, seguiría siendo un núcleo importante, el período clásico mesoamericano estaba llegando a su fin. A pesar de que Xochicalco no será un enclave tan importante como Teotihuacán, sí que cobra un especial protagonismo porque se convierte en una ciudad que recibe múltiples influencias artísticas, sobre todo por parte de la propia cultura de Teotihuacán, pero también de otros pueblos, entre ellos los mayas.
En la transición del período clásico a la siguiente etapa, denominada período posclásico y que se inició durante la segunda mitad del siglo X, destaca, como se ha señalado, la ciudad de Xochicalco.Ya en pleno período posclásico, el enclave más relevante
del altiplano central mexicano será Tula, ciudad que nunca llegará a igualar el esplendor que durante tantos siglos se vivió en Teotihuacán. Por otro lado, la brillante actividad cultural de esta última ciudad se verá relegada a un segundo plano por el carácter claramente militar de la cultura tolteca. De este modo, y aunque este hecho no debe llevar a infravalorar la aportación de Tula al arte precolombino, el guerrero será el gran protagonista de las manifestaciones artísticas que se produzcan en la ciudad. Por ello, las excavaciones arqueológicas han descubierto una ciudad en la que no faltan los motivos guerreros como, por ejemplo, los jaguares devorando corazones humanos.
La hegemonía de Tula finaliza con la destrucción de la ciudad por parte de los chichimecas a finales del siglo XII. Y, aproximadamente desde esa época y hasta la llegada de los conquistadores españoles, el pueblo de los aztecas conseguirá que la cultura de Mesoamérica alcance otro período de gran esplendor. Así, y durante el siglo XIII, el valle central de México ve nacer una de las más fabulosas ciudades que haya conocido jamás toda América Latina: México-Tenochtitlán.




El luchador olmeca
El luchador olmeca (Museo Nacional de Antropología, Ciudad de México). Es una de las más famosas piezas del México antiguo, que procede de Uxpanapán, al sur del estado de Veracruz. Lo extraordinario es el hecho de que en ella se halle una preocupación por la belleza del cuerpo humano, algo muy ajeno al arte mexicano. Lleva bigote y barba y la cabeza rapada; está sentado y las caderas y vértebras se indican mediante un suave modelado. Su autor la trabajó para que pudiera ser admirada desde todos los ángulos, desde todos los puntos de vista.