Frontispicios y frontones
Los frontispicios —características distintivas de mucha de la arquitectura clásica y de inspiración clásica— son los extremos de un hastial de pequeña inclinación, generalmente colocados sobre un pórtico. A menudo se decoran con escultura de altorrelieve, cuyo significado puede añadir un significado específico al edificio. Los frontispicios también se usan como motivos ornamentales en los marcos de puertas y ventanas, así como en tumbas y monumentos. Los frontones se forman con la parte superior de un muro, al final de un tejado inclinado, y en su forma más simple son de forma triangular y borde recto, aunque también pueden ser curvos, en forma de campana o escalonados. La decoración de frontones era un elemento particularmente importante en la Europa del norte de los siglos XVI y XVII, cuando proliferaron tratamientos muy ornamentados y originales.
Frontispicio de un templo En un templo clásico, el frontispicio se forma continuando la cornisa horizontal del orden a lo largo de los extremos del alero. El tímpano formado de ese modo proporciona un lugar ideal para una escultura atrevida, y esta decorativa posibilidad fue explotada en muchos templos clásicos.
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Frontispicio de portal Las formas arquitectónicas clásicas fueron frecuentemente empleadas, durante el renacimiento, como elementos de la decoración exterior e interior. Las puertas y ventanas se realzaban con columnas, pilastras y frontispicios. Este ornamentado portal español del siglo XVI tiene un frontispicio triangular, muy inclinado, enmarcado por molduras de huevo y dardo
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Tipos de frontispicios La forma de un frontispicio puede ser desde triangular hasta segmentario y curvo. Los frontispicios partidos tienen su línea interrumpida en su cénit o en su base. La arquitectura barroca es especialmente rica en originales formas de frontispicio, como ejemplifica este frontispicio partido en el cénit y coronado con una urna.
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