Antonio Gaudí | Introducción

En un marco cronológico, el movimiento que conocemos con el nombre de Modernismo surgió en el último tercio del siglo XIX y afectó a todas las actividades culturales. Tuvo su origen en la crisis espiritual (crisis modernista) generada por las tensiones rupturistas en la forma de interpretar el mundo y su realidad. Los modernistas crearon un lenguaje plástico y literario que se evadía de la realidad por medio de la fantasía en busca de la belleza ideal.
En España y más concretamente en Cataluña, la figura de Antoni Gaudí (Reus 1852-Barcelona 1926) destaca por su genio creativo dentro del Modernismo arquitectónico, al que imprime una gran complejidad. En sus obras podemos contemplar elementos de modernidad basados en la racionalidad más evidente. Gaudí, expresionista y neogótico, se inspira en la naturaleza y aporta soluciones inéditas que rompen los moldes habituales de su época.
Gaudí llegó a Barcelona para estudiar arquitectura, que finalizó en 1878. En sus inicios profesionales trabajó en el estudio de renombrados arquitectos de la época; con Josep Fonseré colaboró en el proyecto de la cascada, las rejas de hierro y las puertas del parque de la Ciutadella, de Barcelona. Posteriormente realizó en solitario el proyecto de la Cooperativa Mataronense, del que únicamente se construyó la fábrica y un quiosco de servicios.
En 1883 recibió el encargo de dirigir la continuación de las obras del templo expiatorio de la Sagrada Familia, a cuya tarea dedicó el resto de su vida y que es considerada como su creación más emblemática. En su proyecto se conjugan la inspiración neogótica y la exuberancia decorativa del barroco y se hace evidente su afán por obtener imágenes extraídas de la naturaleza así como la búsqueda permanente de los símbolos.
En la primera etapa se ocupó de la construcción de la cripta y el ábside y posteriormente de la fachada del Nacimiento, pero a su muerte sólo se había terminado una de las cuatro torres, lo que marcó la pauta para el bosque de torres en que debía convertirse el templo. Antes de consagrarse a su obra más admirada, Gaudí recibió diversos encargos de obra civil, como la Villa El Capricho, en Comillas (Cantabria), o la Casa Vicens, en el barrio de Gracia de Barcelona.
Poco antes había entrado en contacto con el conde Eusebi Güell, quien se erigió en su mecenas y le encargó algunos pabellones en su finca de Pedralbes y el palacio de la calle Nou de la Rambla, donde el arquitecto introdujo nuevos elementos constructivos como el arco parabólico. Posteriormente Eusebi Güell le confió dos encargos de especial relevancia, una colonia para obreros en Santa Coloma de Cervelló, de la que únicamente se construyó la iglesia -integrada de manera sorprendente en el entorno paisajístico- y una ciudad jardín que también quedó inconclusa y en la actualidad se ha convertido en parque público (Park Güell).
De sus numerosas obras en la capital catalana debemos también destacar la Casa Milá, conocida como la Pedrera, que llevó a cabo entre 1906 y 1910, con sus ondulantes fachadas y el conjunto de chimeneas helicoidales de la azotea. Fuera de Cataluña pueden admirarse, además de las citadas y entre otras, la Casa de los Botines, en León y el inacabado Palacio Episcopal de Astorga.
La arquitectura gaudiniana, con su peculiar recreación del gótico y su utilización de Jas formas curvas y dinámicas, se distinguió igualmente por la aplicación de técnicas decorativas artesanales en vidrieras y forjas de hierro y por el singular empleo de mosaicos y fragmentos de cerámica de viva coloración.
Cuando Antoni Gaudí murió en Barcelona atropellado por un tranvía era un arquitecto reconocido por sus innovadoras creaciones, pero no fue plenamente aceptado, y contó con no pocos detractores dentro y fuera de España, que no alcanzaron a comprender la atrevida concepción de su arte y la audacia de su técnica constructiva.
Hoy, su obra es admirada universalmente y en la afluencia turística que acoge la ciudad de Barcelona, capital indiscutible del Modernismo arquitectónico, hay que resaltar el atractivo que representa la contemplación de las obras de Antoni Gaudí.

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