El arte constructivo en el palacio de Darío en Persépolis

Al lado de la sala hipóstila se encontraba la plaza de los desfiles y otro edificio, destinado también seguramente a recepciones, era el salón del Trono o la llamada sala de las Cien Columnas, cuya disposición no deja lugar a dudas. La sala de las Cien Columnas fue también empezada por Jerjes y no se pudo ver en su máximo esplendor hasta el reinado de su hijo, Artajerjes. En su fachada anterior una galería doble, flanqueada por dos toros alados, hacía las veces de pórtico del edificio, constituido por una sala única; su techo plano descansaba sobre las diez filas de soportes verticales. De las paredes que cerraban su recinto cuadrado no quedan en pie más que las puertas; una serie de nichos, en forma de ventanas ciegas, decoraban el muro interiormente.
En la zona sur de la terraza una escalinata conducía a los aposentos reales, formado por el palacio residencial de Darío, la residencia de Jerjes, las salas del consejo, también llamadas tripylon, el harén, los almacenes, las armerías, etc. Los muros de los aposentos reales eran normalmente de ladrillo, revestidos con decoraciones cerámicas. Solo las puertas y los nichos, distribuidos en el interior de las cámaras, eran de piedra.
Las escalinatas que conducían de una terraza a otra estaban profusamente decoradas con escenas repetitivas de desfiles de soldados y personajes que iban a rendir pleitesía al rey. En estos frisos escultóricos se puede ver cómo los persas cubrían su cabeza con una tiara cilindrica y portaban una larga vestidura que aunque sólo era de forma esquemática, deja entrever cierta influencia griega por el trabajo de los pliegues. Van armados con lanzas y escudos, mientras que los medos, que cubren su cabeza con un gorro abombado, sólo portan una larga lanza. La túnica de los medos es más corta y no está tan trabajada. Estos bajorrelieves muestran la figura de perfil y de forma muy hierática, no presentan ningún tipo de movimiento, sólo una pierna adelantada, es una fórmula que se utilizaba en Egipto y en otras civilizaciones contemporáneas.
Los relieves asirios tenían una ubicación y una función totalmente distinta a la de los relieves aqueménidas. Los primeros se colocaban en el interior de las estancias y los vestíbulos del palacio para goce y disfrute de los visitantes que se encontraban con una narración gráfica de acontecimientos o sucesos recientes, que en algunas ocasiones, para ser más explícitos, tenían inscripciones y comentarios grabados. En cambio, los relieves aqueménidas fueron pensados para realzar la arquitectura en la que se encontraban, sin tener en cuenta si el motivo resultaba repetitivo y monótono. Hay otro elemento que también hace que se puedan distinguir los dos tipos de relieves, el asirio está concebido como una pintura, es bidimensional; en cambio, se puede advertir cómo el relieve aqueménida tiene ciertos puntos de contacto con el arte griego, sobre todo por el detalle de los pliegues de las vestiduras.
Puede decirse que el acabado de estos relieves aquemenidas presenta cierto aspecto metálico ya que estos artesanos trabajaron originariamente el arte del metal, sobre todo del bronce, y realizaban los modelos en arcilla antes de tallar la piedra. No se debe pensar que estos relieves no eran vistosos en su época; quedan rastros de que estaban policromados, con colores brillantes como el lapislázuli, el turquesa, el amarillo o el rojo. También se han encontrado restos de dorados en las representaciones de objetos metálicos.
Para finalizar hay que decir que en la arquitectura aqueménida el palacio era una de las tipologías constructivas más importantes, ya que su religión no precisaba de templos ni de imágenes de dioses.

Puerta de Jerjes
Puerta de Jerjes, en los propileos de Persépolis. Su magnificencia podría resumir el esplendor artístico de la Persia antigua. Los propileos o entrada monumental daban acceso a la gran sala hipóstila, de la que todavía se conservan trece columnas mutiladas que continúan siendo muy admiradas. Estos toros alados esculpidos son elementos tradicionales de la decoración asiría que Persia adoptó, aunque dotándolos de una inconfundible personalidad.