Paul Klee

Kampfscene aus der komisch-phantastischen Oper "Der Seefahrer"
Escena de batalla de la ópera cómico-fantástica "El navegante"

1923
Acuarela, óleo y gouache sobre papel sobre acuarela y tinta sobre cartulina, 34,5 x 50 cm.
Basilea, Kupferstichkabinett, Offentliche Kunstsammlung Basel.
El fondo del cuadro está dividido en dos partes a recuadros hechos según un método frecuentemente utilizado por el artista: ante un fondo más oscuro destaca el azul cambiante y vibrante de una superficie marina, de cuyo interior emergen figuras monstruosas, cetáceos fantásticos, sanguinolentos, cortados por líneas en zigzag. A la izquierda, un guerrero, de pie en equilibrio en una barca e inclinado hacia delante, desafía con una lanza a los tres monstruos. El personaje se halla en el centro de una zona insólitamente límpida, con armadura y un extraño gorro adornado con plumas. Su acción parecería dirigida contra las fuerzas oscuras de lo irracional, que es preciso vencer, someter a las propias exigencias. En realidad el guerrero se asemeja al equilibrista del Funámbulo, realizado el mismo año 1923. El artista-guerrero combate contra los demonios de su propia fantasía, en un violenta lucha creativa que lleva al en-frentamiento inevitable con el pensamiento y la razón: "El pensamiento es un médium entre la tierra y el universo", había escrito Klee. Acabada como una miniatura, esta acuarela representa además la conciencia de la importancia de la pericia técnica y del "oficio", en sintonía con los preceptos divulgados por la Bauhaus, al cual el artista se adhirió y adonde fue llamado a dirigir algunos laboratorios.
Basada en sus reflexiones teóricas sobre el color, la técnica compositiva de la yuxtaposición de los cuadraditos, inaugurada en las pequeñas acuarelas de la época tunecina, se ha ido afinando con los años: en esta obra encontramos de nuevo una gradación precisa y nunca casual de las tonalidades con arreglo a una secuencia exacta, capaz de hacer emerger literalmente del fondo la taracea de formas rosadas y segmentadas por franjas violetas y rojas, como si se tratase de una partitura musical (hecho todavía más coherente si se piensa en el origen que inspiró el cuadro, la ópera cómica El navegante).

El navegante  

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