Pablo Picasso

Mujer con follaje (1934)

Pablo Picasso

n. 1881 en Málaga, f. 1973 en Mougins (cerca de Cannes)

Escayola, 39,5 x 21,5 x 26,5 cm.
Propiedad privada

En la obra de Pablo Picasso, el período surrealista se caracteriza por mostrar un interés muy fuerte por la literatura y la escultura. En 1930, el artista compró el castillo Boisgeloup, cerca de Gisors, en el departamento del Eure, donde pudo disponer de amplias salas para sus trabajos escultóricos. Las fotografías tomadas aquellos años permiten descubrir la atmósfera mágica y surrealista que dominaba en el taller, donde se recogía material plástico -piezas de hierro, utensilios de cocina, objetos de uso cotidiano- para integrarlo, con las esculturas ya terminadas colocadas al lado, en una «obra de arte total» sorprendente, formada por los elementos más heterogéneos.
La estatuilla Mujer con follaje (Femme au feuillage) refleja la diversidad de los materiales utilizados por Picasso en su escultura y su carácter de collage surrealista. Destacan sobre todo dos elementos heterogéneos: la rama con hojas que la mujer sostiene en su mano derecha y la cajita rectangular que Picasso coloca como rostro. Precisamente este objeto de uso cotidiano, que lleva como una máscara, dota a la mujer de un profundo dramatismo. Es portavoz de poderes extraños, vidente como Casandra quien, a pesar de conocer el futuro, no puede evitar la desgracia inminente. Los gestos ampulosos y retóricos de la representada y su vestido, largo y con pliegues, cuya estructura se crea comprimiendo cartón ondulado, refuerzan estas asociaciones con la Antigüedad. También el relieve extraordinariamente realista de las hojas es efecto de este procedimiento del labrado. Como el ramo de palma o las hojas de laurel, son portadoras de símbolos cuya significación concreta resulta indescifrable. En efecto, desconocemos la identidad de la mujer del follaje y el mito y la tragedia con que debe relacionarse, de modo que sus palabras son incomprensibles y sus gestos, vacíos. Por su falta de contenido, lo imponente de su presencia quedará en cualquier momento a merced de lo ridículo.
Cuatro años antes, en 1930, Picasso había creado en Cabeza de mujer, una figura femenina que presenta un aspecto ridículo de un modo totalmente diferente. También en este caso se trataba de un collage, de la combinación de los objetos más diversos cuya función y significación originarias seguían siendo reconocibles, aunque producían un efecto distinto y absolutamente inesperado en el nuevo conjunto. Soldadas entre sí, las diversas piezas de hierro, entre las cuales puede reconocerse una centrifugadora de lechuga, conforman la imagen de una figura a la vez monstruosa y agresiva, cuyo carácter ridículo deja un resabio de trivialidad. La disolución y el desmembramiento de la figura humana y su evidente recomposición con recambios procedentes del mundo material alumbra un campo amplio e inexplorado para las proyecciones mentales que, paralelamente a la desintegración de la forma exterior, se mueven en el ámbito de lo irracional y de lo visionario.

«El arte es una mentira que nos permite reconocer la verdad.»
Pablo Picasso

Mujer con follaje  

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