René Magritte

La llave de los sueños (1927)

René Magritte

n. 1898 en Lessines (Bélgica), f. 1967 en Bruselas

Óleo sobre lienzo, 38 x 53 cm.
Munich, Pinakothek der Moderne

Rene Magritte pintó la serie La llave de los sueños (Clef des songes), que desempeña en su obra una función especial y al mismo tiempo central, entre 1927 y 1930. La idea de lo misterioso, de lo indecible, de lo innombrable, presente de una manera decisiva sobre todo en los paisajes del pintor, se trata en los cuadros con texto en un plano mucho más intelectual. No obstante, al principio estos cuadros dan la impresión de ser simples y banales, como lo revela la descripción de la obra que se muestra. Así, la pintura La llave de los sueños aparece en forma de composición estructurada en cuatro partes iguales por un marco de ventana pintado. En cada uno de los cuartos -éstos producen el efecto de pequeñas pizarras-, Magritte pintó un objeto que parece extraordinariamente realista y con una caligrafía de escolar escribió bajo el mismo un título que sólo en un caso -«L'éponge» (esponja)- corresponde al nombre habitual; los tres objetos restantes se designan con un nombre falso. A una bolsa se le da el nombre de «Le ciel» (El cielo), bajo una navaja abierta se escribe «L'oiseau» (El pájaro) y finalmente una hoja se denomina «La table» (La mesa).
Frente al cuadro, que despierta asociaciones con una pizarra llena de rasgos esmeradamente trazados o con las representaciones precisas de una enciclopedia, el espectador pensaría que estas designaciones equivocadas son errores, si no fuera por la relación correcta entre «L'éponge» y la esponja pintada. Se quiebra el principio de coordinación «falsa», de forma que involuntariamente se acude a una nueva estructura articulatoria. La fractura del sistema, la fina grieta aparecida en lo normal y habitual, provoca la reflexión prevista por el pintor.
Ya durante su estancia en París, Magritte tuvo mucho interés en fundamentar teóricamente la relación entre la palabra, el cuadro y el objeto, y establecerla como tema del arte plástico. En su obra pictórica, este interés quedó reflejado en las numerosas variantes de los cuadros con texto de aquellas fechas. En el plano teórico, Magritte dio a conocer el resultado de sus reflexiones en su primera colaboración con la revista La Révolution surréaliste en el mismo número que incluía el Segundo manifiesto de André Bretón. En esta ocasión presentó sucesivamente dieciocho proposiciones, cada una de ellas ilustrada con su cuadro correspondiente, sobre la relación existente entre la palabra y la imagen. Hacían referencia a la diferencia entre lenguaje verbal y lenguaje plástico que, como dice en una carta a Camille Goemans, es una condición del espíritu: «Señalándolas, las diferencias entre las palabras y las cosas, entre el espíritu, nuestro cuerpo y nuestras ideas, se agrandarán. PERO PARA VERLAS, TENEMOS QUE ESTAR ALLÍ. Negarlas significa negar el espíritu».
De las dieciocho proposiciones de Magritte se deduce que un objeto, «su» imagen (esto es, la atribuida por las convenciones) y «su» designación lingüística (atribuida por otra convención) desempeñan en la realidad funciones distintas. Conociendo estas diferencias -que, por otra parte, significan autonomía e igualdad de derechos-, una palabra o una imagen pueden ocupar el lugar de un objeto, remitir a un elemento de la realidad. Esto sucede a través de la evocación selectiva de una image mentale (imagen mental). No obstante, las palabras y las imágenes pueden responder sólo de sí mismas y no remitir a nada fuera de ellas. Su significación dependerá por tanto de su uso y de su combinación.


«Un objeto hace suponer que detrás de él hay otros.»
Rene Magritte

La llave de los sueños  

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