El Surrealismo

El misticismo de lo inanimado

El Segundo manifiesto de Bretón, publicado en 1929, es de un tono tan místico y especulativo que no resulta sorprendente que determinadas partes del mismo se ocupen de la alquimia. Bretón se consideraba heredero de una tradición que tuvo su origen en Nicolás Flamel y en los alquimistas del siglo XIV. El surrealismo buscaba la «piedra filosofal», que permitiría a la fantasía humana «vengarse brillantemente de lo inanimado».
Esta nueva orientación originó el misticismo de lo inanimado, tan característico de las fases tardías del surrealismo, que encontró su expresión en los cuadros de Magritte. El «descubrimiento de la maravillosa vida simbólica de los objetos absolutamente comunes y nítidamente caracterizados», postulado en 1929 por Bretón en el Segundo manifiesto del surrealismo, fue un pequeño avance en la línea de la creación de objetos surrealistas propios.
En 1936 se organizó en la galería Charles Ratton de París la «Exposición surrealista de objetos», que llevaría a cabo la mistificación de lo cotidiano, la agrupación de lo heterogéneo de una manera extraordinariamente compleja. En una fotografía de la instalación de la exposición aparece una vitrina en la que se yuxtaponen las cosas más diversas y enigmáticas. En el centro está el Secador de botellas, objeto de uso cotidiano elevado a la condición de obra de arte, que Marcel Duchamp creó en 1914; a su izquierda hay una escultura de Max Ernst, obra de 1934. En la parte baja Juego de desayuno de piel, obra de Meret Oppenheim creada el mismo año de la exposición, y a su lado esculturas africanas, objetos hallados y complejas construcciones de alambre.
Leyendo las reflexiones de Salvador Dalí sobre los diversos hallazgos y sobre las metas surrealistas en general se descubre que el interés por los objetos registrado en la década de 1930 estaba estrechamente vinculado a un método surrealista de exploración del subconsciente cada vez más enigmático y complicado-debido, entre otras cosas, a la influencia del mismo Dalí, En diciembre de 1931, el pintor catalán publicó en Le Surréalisme au service de la Révolution varios dibujos presididos por un sistema de ordenación entre absurdo y poético; así distinguía entre «objetos de funcionamiento simbólico (de origen automático)», «objetos transustanciados (de origen afectivo)» y «objetos de proyección (de origen onírico)». Refiriéndose a la primera categoría dijo lo siguiente: «Estos objetos, que son muy poco adecuados para funcionar mecánicamente, se basan en visiones e imágenes que pueden surgir al realizar actos inconscientes; actos de la realización cuyo carácter placentero es inexplicable o que informan de teorías erróneas tramadas por la censura y la represión. En todos los casos analizado, esos actos corresponden claramente a fantasías y deseos».
Mantenidas en un tono marcadamente objetivo, las descripciones dalinianas de objetos complejos, entre enigmáticos y absurdos, encuentran un paralelo en una serie de dibujos que muestran objetos de Giacometti  y cuya reproducción en el número de diciembre de Le Surréalisme au service de la Révolution va acompañada de un texto fantástico entre visionario y poético redactado por el propio autor. También en este caso, el texto y la imagen mantienen una relación recíproca.


Exposición surrealista de objetos  

MAN RAY
«Exposición surrealista de objetos»
Vista de la muestra de objetos surrealistas en la galería Charles Ratton, París, mayo de 1936



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