Dentro de esta locura decorativista que caracterizó a la "Belle Epoque", se sitúa una notable tentativa de regeneración de las artes decorativas: el modernismo. No corresponde aquí hablar de él. Sin embargo, desearíamos subrayar que algunos de los arquitectos del modernismo, que si bien buscaron en la flora motivos de decoración nuevos también fueron unos funcionalistas. Por ejemplo, C. R. Mackintosh (1868-1928), cuya obra principal, la Escuela de Bellas Artes de Glasgow (1898-1909), no deja de guardar relación con la arquitectura de la Escuela de Chicago. En ella, Mackintosh, jugando con la piedra, el metal y el cristal para la distribución de volúmenes, se sitúa muy cerca de Wright. Igualmente, en la Escuela de Bruselas, Van de Velde y Horta proceden tanto del funcionalismo como del modernismo. Teorizador de la fusión de las artes con la industria, creador de la Escuela de Artes Decorativas de Weimar en 1908,Van de Velde preparará el terreno para lo que llegará a ser, después de 1919, la Bauhaus.
En cuanto a Victor Horta (1861-1947), su casa Tassel, construida en Bruselas en 1893, es una obra maestra dentro del modernismo, pero no deja de marcar una etapa en la historia de la arquitectura funcionalista por su flexibilidad de planos, sus diferencias de nivel, sus formas de iluminación no habituales. Además, Horta dejaba a la vista los pilares y  las vigas de fundición dentro de esta construcción lujosa, como el Hotel Solvay, que construirá entre 1895 y 1900. Con la distribución de volúmenes interiores en la casa Tassel, Horta anuncia la funcionalísima casa Steiner, de Loos, y el "dúplex", de Le Corbusier. En 1903, otorgando amplias fachadas acristaladas a su Gran Bazar de Francfort, anuncia la desaparición del muro portante. Finalmente, su obra cumbre, la Casa del Pueblo de Bruselas (1896-1899), con su estructura de acero dividida en grandes superficies acristaladas, resulta, de modo inequívoco una de las obras maestras de la arquitectura funcionalista.
La Escuela de Viena también se divide entre el modernismo y la tendencia al purismo arquitectónico. Otto Wagner (1841-1918), encargado en 1890 de la nueva urbanización de Viena, había definido el funcionalismo en 1894, con esta frase lapidaria: "Sólo puede ser bello lo que es práctico". Sin embargo, le resultará muy difícil desembarazarse de su afán decorativo, del que sólo escapará en su Caja de Ahorros de Viena, obra del año 1906, ejemplo de integración de hierro y cristal. Las teorías de Otto Wagner provocarán la aparición de la Escuela de Viena, representada sobre todo por Hoffmann, Olbrich y Loos. Pero Hoffmann y Olbrich estarán muy influidos por Mackintosh, quien expondrá en la Sezession de Viena, en el año 1900.
La obra cumbre de Josef Hoffmann (1876-1956) es el Palacio Stoclet de Bruselas, con una fachada desnuda y unas líneas rectas muy definidas. J. M. Olbrich (1867-1908) recibió del gran duque de Hesse el encargo de realizar en Darmstadt los edificios para una colonia de artistas. Wagner, Hoffmann y Olbrich constituyen el punto de unión entre el Jugendstil y el funcionalismo. A pesar de sus aspiraciones por una arquitectura despojada de decoración, todavía sucumben frecuentemente a las trampas del eclecticismo. Defecto que sabrá evitar su compatriota Adolf Loos (1870-1933).
Este arquitecto manifiesta una ruptura total con el Jugendstil y con todos los historicismos. Junto con Wright, es indudablemente el arquitecto más moderno de aquellos momentos. Tanto su doctrina como su obra ejercerán gran influencia en la generación de Gropius y Le Corbusier, pasada la Primera Guerra Mundial. En un libro titulado Ornamentación y Crimen, Loos denunciará vehementemente lo que él denominará "el crimen" de la ornamentación. En 1910, construyó en Viena la casa Steiner, exacta correspondencia con las búsquedas de los pintores y poetas cubistas. Desnuda y funcional como un encendedor, sin cornisa, sin cubierta aparente, con ventanas horizontales, la casa Steiner es una de las más auténticas obras maestras de la arquitectura moderna.

Estación de metro de la Karlsplatz de Viena, de Otto Wagner
Estación de metro de la Karlsplatz de Viena, de Otto Wagner. La nueva arquitectura vienesa tomó forma gracias a las obras concebidas para el ferrocarril metropolitano, entre las cuales esta realización de Otto Wagner es paradigmática. En ella se aprecia una intensa depuración formal y decorativa vinculada tanto a los elementos propios del modernismo como a los elementos industrializados.

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