El Realismo

Honoré Daumier

 

Honoré Daumier (1808-1879) nació en Marsella, hijo de un vidriero pobre, que con los suyos se trasladó a París en 1814; mas para el arte de la caricatura -en el que no se le reconoce rival-, puede decirse que Daumier es hijo de la Revolución de Julio de 1830. Siempre había sido un gran observador, con una fuerte vocación por el esbozo rápido, incluso mientras desempeñó varios oscuros empleos, durante su adolescencia. Después su padre le colocó de asistente del pintor y arqueólogo Alexandre Lenoir, hombre de vasta cultura artística, de quien Daumier aprendió mucho. En el año 1828 entró a estudiar en la Academia, y en 1830 iniciaba su larga carrera de ilustrador en Silhouette, de donde pasó en el año 1831 al periódico Caricature, fundado por el ferviente republicano Charles Philipon, para el que dibujaron también G. Doré y J. Gérard (alias Grandvillé). Hombre de ideas radicales, alternó siempre la caricatura política con la de costumbres, y en 1833 una serie de litografías suyas contra Luis Felipe le valió un encarcelamiento. Poco después modeló en barro una serie de bustos de caricatura política (Thiers, Guizot, el mismo rey Luis Felipe, etc.), de la que modernamente se ha hecho una emisión en bronce. Prohibida la revista Caricature en 1835, colaboró desde entonces en Charivari, mientras continuaba publicando importantes series litográficas, en las que creó algunos tipos sociales imperecederos, como Robert Macaire, personificación del “arrivista" sin escrúpulos de la época. Otras series tratan de diversos temas sociales: Baigneurs, Les Papas, Les Bons Bourgueois, Les Gens de Justice, etc. Toda esta vasta producción presenta -aparte su contenido satírico- muchos aspectos de ternura.
Amigo de E. Lami; de otro gran caricaturista y magnífico litógrafo e ilustrador, P. Gavarni, y de Baudelaire, desde que en 1855 había fijado su residencia en Valmondois, cerca de Barbizon, intimó también mucho con Millet, Rousseau, Daubigny y Corot, y desde unos años antes (a partir de 1848) había alternado su actividad de dibujante con la pintura. Los suyos son pequeños lienzos de grandioso contenido, esbozados con una enorme potencia y con un magistral manejo del claroscuro que le sitúa, a veces, en la misma línea de un Rembrandt o un Goya. Pero el secreto de su talento de pintor reside en su aguda expresividad. Esto puede percibirse claramente en su obra, inspirada en el teatro de Moliere: Crispin et Scapin (1860). Muchos de sus temas son tomados de las Fábulas de La Fontaine, y, a partir de 1867, se inspiró con relativa frecuencia en la pareja formada por Don Quijote y Sancho.
Hacia 1870, Daumier, amenazado de ceguera, hubo de abandonar sus trabajos, y ya vimos cómo Corot le favoreció en la triste situación en que se hallaba en sus últimos años.
Artista intensamente romántico en sus concepciones, su fino diseño ha sido una de las bases de gran parte del arte moderno, a partir de Toulouse-Lautrec, y sus creaciones han ejercido influencia muy directa en un sector de la pintura expresionista.

 

 

Teatro francés, de Honoré Daumier  
Teatro francés, de Honoré Daumier (National Gallery of Art, Washington). La vida del teatro fue uno de los ejes temáticos de la pintura realista de Daumier, quien no sólo trató la acción de los actores, sino también las actitudes del público. En algunos casos, como en este cuadro, el pintor juega con maestría con los altos contrastes de luz, los claroscuros y la penumbra que rodean a los espectadores para recrear el estado anímico a través de los gestos y las expresiones, muchas veces distorsionadas y caricaturescas, de los rostros.
 

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