El Realismo


La arquitectura del siglo XIX: Ingenieros y arquitectos

El surgimiento de nuevas tecnologías promovió que la arquitectura de vanguardia de la segunda mitad del siglo xix se basara fundamentalmente en la utilización del hierro, el cristal y el hormigón armado.
Los arquitectos, sin embargo, se encontraban más interesados en la decoración de sus obras que en la construcción propiamente dicha, y al principio no supieron sacar provecho de los medios ofrecidos por la industrialización. Contrariamente, los ingenieros, cuyo oficio por entonces comenzaban a adquirir más prestigio, aprovecharon al máximo los elementos existentes, aunque empeñados en satisfacer de manera eficaz las necesidades de la época, centraron su atención en la funcionalidad de sus proyectos en detrimento de la estética.
Ante el gran crecimiento de las ciudades era apremiante la necesidad de viviendas, sin embargo, las casas pasaron a ocupar un segundo plano en los proyectos arquitectónicos. El interés estaba puesto en la construcción de edificios fabriles, pabellones de exposiciones -era el auge, entonces, de las exposiciones universales- estaciones ferroviarias, puentes, mercados, museos, auditorios y bibliotecas.
Estas premisas, no obstante, favorecieron el surgimiento de arquitectos como Henry Labrouste e ingenieros como Gustave Eiffel, que trascendieron los límites de su competencia y redujeron las diferencias entre una y otra actividad, lo cual posibilitaría en el futuro el trabajo en conjunto.

 

 

Viaducto de Garabit, de Gustave Eiffel  
Viaducto de Garabit, de Gustave Eiffel. El más audaz de los puentes construidos por Eiffel. Tiene 165 m de longitud y 122 m de altura en el arco sobre el río Thuyére. Por él circula el ferrocarril de Béziers a Clermond Ferrand, entre las localidades de St. Flour y Marjevols, en el departamento francés del Cantal.
 

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