Los palacios romanos y su influencia

Otra villa característica del siglo XVI es la del papa Julio III, que se levantaba en la vía Flaminia, transformada hoy en Museo Etrusco y que lleva aún el nombre de Villa Giulia. Este edificio, proyectado hacia 1550 por Vignola, el discípulo de Miguel Ángel que construyó la iglesia de Il Gesú, tiene una planta que no puede ser más graciosa. En la parte posterior, el cuerpo principal termina en un patio semicircular con un pórtico abierto en el piso bajo, de manera que esta forma semicircular tiene que armonizarse con la crujía anterior, que es recta; los espacios irregulares que quedan se han destinado a escaleras. Pero detrás continúa todavía una serie de construcciones bajas cerrando un largo jardín, que protegen con su sombra unos muros bajos sin ventanas: se trata de un hortus conclusas o vergel cerrado, protegido de las miradas indiscretas, donde no penetraban más que los íntimos.
Por fin, aún hay una última construcción parcialmente realizada bajo el nivel del suelo, sin duda para librarse del calor, con un “ninfeo” o baño subterráneo en una gruta sostenida por cariátides desnudas de medio cuerpo para arriba. En la piscina poco profunda cae, goteando de helechos y musgos, el agua fresca de un manantial.
La abundancia de fragmentos arquitectónicos antiguos, de fustes de columnas y aun de sillares de piedra, que tan fáciles eran de encontrar entre las antiguas ruinas romanas, excitó a los arquitectos del Renacimiento a levantar estas construcciones decorativas en los jardines: pabellones, logias y muros de cerca con balaustradas. Además, Roma era, y es todavía, ciudad muy rica en aguas; sus antiguos acueductos continúan llevando a la ciudad verdaderos ríos. Así se comprende que los arquitectos de estas villas papales y cardenalicias se aprovecharan de esta abundancia para embellecerlas con estanques, baños y cascadas.
La más notable en este sentido es la villa construida por el cardenal Hipólito de Este en 1548 en las cercanías de Roma, en Tívoli, donde el agua corre por todos lados en millares de fuentes y cascadas, o en surtidores dispuestos en el centro de las plazoletas que forman los altos cipreses, o en aljibes en los que se reflejan, con arte, rústicos elementos arquitectónicos y pequeñas construcciones fantásticas propias de jardines.
La escuela romana extendió su influencia por toda Italia; pero, cosa singular, más en Venecia y Lombardía que en las regiones vecinas. En el Lacio todavía existe el edificio más típico de residencia señorial de esta época: la Villa Farnesio en Caprarola, obra también de Vignola. Este gran edificio construido en 1547-1559 tiene una planta pentagonal, y en el centro hay un patio circular con dos pisos. La planimetría poligonal es debida a los trabajos iniciados antes de 1547 por Antonio da Sangallo, sobre los que Vignola construyó un potente alzado animado por la alternancia de ventanas rectangulares, con arco, y con frontón triangular. Montaigne, el humanista francés, que viajó por Italia y visitó Caprarola en aquella época, describe este palacio con admiración.
Se sorprende de que teniendo forma pentagonal parezca como si tuviera planta cuadrada, y reconoce la bella proporción del patio circular. Pero acaso la fantasía manierista más genial sean las escalinatas, trazadas con un sentido escenográfico que sitúa la obra en el límite entre lo real y lo soñado. Este palacio viene a ser, en la arquitectura del siglo XVI, lo que era el palacio de Urbino en el Quattrocento. La forma de bastiones militares que toman los pabellones de los ángulos es también muy característica; estamos en un siglo de grandes transformaciones del arte militar, y esto no dejó de producir una moda.
Antonio da Sangallo, por encargo del belicoso papa Julio II, construyó varios castillos en el Lacio con muros inclinados de formas curvas, en los cuales, a pesar de su aspecto artístico, se han tenido muy en cuenta los principios de la defensa empleando armas de fuego.

 

Villa Giulia de Giacomo Barozio da Vignola
Villa Giulia de Giacomo Barozio da Vignola, en Roma. Finca de recreo del papa Julio III proyectada hacia 1550 por Vignola, un discípulo de Miguel Ángel. La fachada principal combina los diferentes elementos arquitectónicos característicos del Renacimiento romano. La Villa Giulia alberga en la actualidad el Museo Etrusco.

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