Adopción de los principios de la pintura italiana

 

Mientras tanto, proseguía en Flandes la penetración del italianismo pictórico, favorecida por el ambiente humanista que era estimulado por la universidad de Lovaina y por contactos directos con Italia. A la actuación de Metsys en Amberes, que había determinado la aparición en la pintura flamenca del retrato concebido según la mentalidad humanista, siguió la actuación de Jan Gossaert (apodado Mabusé). Este pintor (que moriría en 1535) había ingresado en 1503 en la corporación de pintores de Amberes y, tras emplear un decorativismo ornamental con el que enriquecería los temas por él pintados, hallándose al servicio del príncipe Felipe, realizó una breve estancia en Italia, a cuyo influjo, así como al estudio de reproducciones grabadas de las obras de Rafael, se debió que cultivase, además de retratos que reflejan fuertemente el concepto humanista, diversas versiones de la Virgen con el Niño que son como una graciosa variación flamenca de la típica Madona manierista italiana.
Sus cuadros con figuras mitológicas marcan en la pintura de Flandes, el comienzo de una tradición "romanista" que se perpetuará incluso hasta más allá de Rubens, ya en desnudos como los de Neptuno y Anfitrite del Museo de Berlín y Hércules y Deyanira de la Universidad de Birmingham, ya en versiones de otra índole, levemente picante, como la representación de la jovencita Dánae de la Pinacoteca de Munich.
Muy distintas de esas pinturas son las obras de retrato o de varios asuntos del holandés Jan Mostaert (1475-1569), que desde su juventud pintó en Amberes, y después en Malinas, mientras Jóos van Cleve (1485-1560) seguía en sus composiciones sobre temas religiosos y en sus cuadros de retrato aquella tradición que se basaba, conjuntamente, en el manierismo a la italiana y en el realismo de inspiración humanística.
Malinas, que fue la capital de los Países Bajos durante el gobierno de Margarita de Austria, tía y tutora del futuro emperador Carlos V (entre 1507 y 1530) fue, como corte de esta provincia, un floreciente centro de actividades artísticas que temporalmente rivalizó con Amberes. Allí se inició como pintor de retratos (Retrato del médico y humanista Celtes, del Museo de Bruselas, entre otros) el bruselense Bernaert van Orley (1488-1541), que sin visitar Italia supo asimilar de un modo magistral, en su posterior etapa que transcurrió en Bruselas, la plenitud de la pintura italiana del pleno Renacimiento (por ejemplo, en la Sagrada Familia del Prado, y en el estupendo tríptico de las Pruebas de Job, del museo bruselense). Van Orley proyectó también cartones para importantes series de tapices, y diseñó notables vitrales para la catedral de Santa Gúdula. Su estilo, de intenso colorido, ofrece similitudes con el de Jan Sanders van Hemersen, con el de Pieter Kampener (que no es otro que el Pedro de Campaña que, tras su estancia romana, dejó en Sevilla lo mejor de su producción), y con el del holandés formado en Amberes Pieter Aertsen, introductor en su país de una pintura de asuntos domésticos propios de la clase rústica.
Pero la definitiva incorporación al arte de los Países Bajos de los principios de la pintura italiana de aquella época fue fruto de la generación siguiente, la de los romanistas flamencos (Michel Coxie, Pieter Coecke van Aelst y Jan Vermeyen) u holandeses (Jan van Scorel, Cornelis de Haarlem, Merteen van Heemskerk).
De Van Scorel fue discípulo el pintor a quien cabe considerar, quizá, como el más profundo y sobrio representante, en su época, del arte del retrato, Anthonis Mor van Dashorst, en español llamado Antonio Moro (1519-1576). Natural de Utrecht, después de su primer aprendizaje artístico estuvo en Roma y, tras residir en Bruselas al servicio de Carlos V, pasó a servir en Lisboa y en Madrid a su hijo Felipe II, para volver a Flandes y morir en Amberes. De temperamento aristocrático y sagaz lector de psicologías, además de hábil captador de las formas y de las calidades, en el retrato rayó a la misma altura que los más grandes retratistas venecianos. Dejó una nutrida serie de retratos magistrales; entre los que cabe citar el Autorretrato de los Uffizi, el del Cardenal Granvela del Museo de Viena, el Metgen, esposa del pintor y el de María Tudor ambos del Prado, el portentoso Retrato de un orfebre del Mauritshuis de La Haya, el de Sir Thomas Gresham del Rijksmuseum de Amsterdam, etc. En España su influencia fue perdurable por haber sido discípulo suyo Alonso Sánchez Coello, que perpetuó su estilo en los retratos pintados para la corte española.


Minerva vencedora de la ignorancia de Bartholomeus Spranger
Minerva vencedora de la ignorancia de Bartholomeus Spranger (Kunsthistorisches Museum, Viena). El tema alegórico fue utilizado para justificar sus sofisticadas composiciones, características del gusto manierista, que tanto agradaban en la corte de Rodolfo II, en Praga. En ésta se combinan las actitudes afectadas de las figuras, los contrastes entre turquesa, tonos perla y carmines, y la atmósfera inquietante del conjunto en el que las tinieblas son perforadas por la luz.

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