Pintura italianizante y la escuela de Fontainebleau


Entre los pintores franceses de la escuela de Fontainebleau hay que citar a Antoine Carón y a los dos Jean Cousin, padre e hijo. Este último, fallecido hacia 1594, fue probablemente el autor de las dos sorprendentes medias figuras de Gabrielle d'Estrées con la duquesa de Villars.
Pero los pintores de cámara de los Valois son los Clouet, que se mantienen ajenos a las novedades de estilo introducidas por la escuela de Fontainebleau. El primero de ellos, Jean Clouet (hacia 1485-1541), venía de Bruselas. Era, pues, flamenco, y así podemos decir que con la presencia en Francia de los Clouet se continuaban las tradiciones de la relación secular entre el arte francés y el de Flandes y Borgoña. A éste le sucedería su hijo Frangois (hacia 1516-1572). Jean era valet de chambre y pintor del rey Francisco I, y en la corte le llamaban maítre Jean, Jeanet o simplemente Janet. El renombre de que gozaba le hacía indispensable cuando se necesitaba un pintor para retratar a las personas reales. De él queda un retrato al óleo de Diana de Poitiers, de estilo todavía muy flamenco. Brantóme dice en sus Crónicas: "Hoy se ha presentado María Estuardo vestida de escocesa, pero, siendo una verdadera diosa, ha sido necesario que Janet la pintase". Sin embargo, la mayor parte de los retratos que tenemos de los Valois no son de Janet, sino de su hijo François. Este parece haber estudiado a Holbein y produjo multitud de retratos de la corte de los últimos Valois. Al igual que Jean Goujon supo interpretar maravillosamente el alma francesa. Ronsard llama a Frangois Clouet l'honneur de notre Frunce. Se revela así, sobre todo, en sus últimos dibujos a la punta de plomo con toques de sanguina, en los cuales realmente Clouet hace maravillas de elegancia francesa.
De todos modos, es preciso señalar que el arte francés de la época de los Valois no nos ha revelado ningún genio de gran magnitud como los que, por otra parte, se encuentran contemporáneamente con no poca abundancia en Italia. Pero si bien no hubo grandes nombres, sí que se dieron muy importantes obras. Los castillos del Loira, la pintura de la escuela de Fontainebleau, la escultura de Jean Goujon y los retratos de los Clouet, por ejemplo, tienen algo que los hace preciosos y ciertamente estimables: descubren el espíritu francés como ninguna otra manifestación artística. Esto parece exageración, porque a Francia se le debe el estilo gótico en arquitectura y escultura, y la excelencia de las catedrales francesas con su estatuaria podría creerse que debe considerarse como resultado supremo del genio francés. Pero en los siglos de la Edad Media que llamamos siglos góticos, Francia es algo más que Francia porque personifica a Europa; es el occidente europeo que ha escogido a Francia como "solar" universal.
En esta época de los Valois, el arte francés lo parece quizá más que lo fue en tiempo de los Capetos y que lo será con los Borbones. La arquitectura de los castillos de la región del Loira, el Louvre de Enrique II y sobre todo Chambord, no pueden concebirse más que en Francia.

Gabrielle d'Estrées con la duquesa de Villars en el baño
Gabrielle d'Estrées con la duquesa de Villars en el baño (Musée du Louvre). Quizás el ejemplo más conocido del frío erotismo de la Escuela de Fontainebleau. La duquesa le coge del pezón derecho a Gabrielle, al tiempo que ambas miran al frente. Al fondo, una mujer parece bordar. Este cuadro, atribuido a Jean Cousin el Joven, desarrolla en sus figuras una línea grácil y alargada. Es una escena que se enmarca en cortinajes rojos, y que reproduce un escenario fantasioso, quizás un tema tabú: el amor entre mujeres.