Arquitectura en España

Como ya se ha apuntado, el barroco español vio interrumpido su desarrollo por la introducción de un nuevo estilo arquitectónico bajo el primer rey de la casa de Borbón, Felipe V.
Francés en cuerpo y alma, es explicable que este rey ambicionara tener en España algo que se asemejase a los palacios de la corte de Francia. Y así, la presencia de los primeros arquitectos franceses de Felipe V y de otros italianos que les siguieron, vino a suprimir en forma tajante, con todos sus atrevimientos, el estilo barroco español, que hubiera conocido una existencia más larga de no mediar el influjo de Felipe V.
La primera gran edificación emprendida por la dinastía borbónica es el Palacio de San Ildefonso, llamado de La Granja, cerca de Segovia. Construido entre 1719 y 1739, en él se refleja con toda claridad la transición entre el gusto de la antigua casa real y el que iba a dominar bajo la nueva dinastía, entre la tradición cortesana española y la francesa que se introducía con el nuevo soberano, modificada, casi en seguida, por la colaboración de arquitectos italianos, característica también de los primeros Borbones.
Inicialmente, Teodoro Ardemans había construido, hasta 1723, el palacio en la forma tradicional de alcázar, con cuatro torres angulares. Los jardines, proyectados por Rene Carlier y E. Boutelou, fueron lo único que en aquel real sitio evocaba los parques de Versalles. La reanudación de los trabajos en 1727-1734, a cargo de los italianos Andrea Procaccini y Sempronio Subisati, significa la introducción de un afrancesado barroco italiano, bajo los auspicios de la segunda esposa, italiana, de Felipe V, Isabel Farnesio. Estos arquitectos realizaron los patios de los lados norte y sur del edificio, y los extremos de su lado oriental, cuya fachada (la que da a los jardines), debida a Sacchetti, se empezó en 1736 sobre un proyecto de Juvara. Estas distintas intervenciones que, aunque pueda parecer sino un milagro sí lógicamente difícil, lograron integrarse de forma más que armonizada y dan a todo el edificio una variedad que le convierte en la más atractiva de las residencias reales españolas.
Pero, la obra de mayor empeño de aquella época había de ser la construcción del Palacio Real, en Madrid. El viejo alcázar de la casa de Austria fue destruido por un incendio en 1734, y Felipe V se propuso levantar un nuevo palacio en el mismo emplazamiento. Para ello se acudió al arquitecto y abate siciliano Filippo Juvara, que había sido discípulo aventajado de Fontana.
Juvara trazó los primeros planos basándose en una concepción de grandiosidad, ya que la primera aspiración de los reyes Felipe e Isabel había sido, al encargarle el nuevo palacio, emular, en extensión y grandeza el Louvre. Pero el proyecto resultó tan excesivo que asustó a los propios soberanos, quienes decidieron renunciar, en cierta medida, a sus excesos arquitectónicos.
Mientras tanto, moría Juvara en Madrid, no sin antes haber designado como sucesor suyo a su discípulo, el turinés Giambattista Sacchetti, quien llevó por buenas vías la construcción. Las obras se iniciaron en 1737, y se tardó unos treinta años en dejar el palacio habitable.
Los planos presentados por Sacchetti al rey Felipe correspondían a un palacio que debía ocupar una cuarta parte del área prevista en el primer proyecto. El emplazamiento del Palacio Real, en un extremo de la ciudad, sobre una cortadura del terreno, por cuyo fondo se desliza el Manzanares, es de sin igual belleza. El edificio (de seis o siete pisos) se desarrolla alrededor de un gran patio cuadrado, con galerías de circulación en los cuatro lados, como en el Palacio Farnesio de Roma. Exteriormente, las fachadas tienen cada una el cuerpo central avanzado ligeramente y otros cuerpos en los ángulos que se proyectan también algo fuera del plano de la fachada. Los pisos bajos forman como una especie de basamento sobre el que se levantan columnas de orden gigantesco que abrazan los tres pisos superiores. Es la misma disposición prevista en el proyecto que Bernini había ideado para el Louvre, proyecto puramente italiano, y es curioso que aquel mismo proyecto que fue rechazado en París, fuese ejecutado en Madrid por arquitectos italianos, pero con carácter inequívocamente francés.

Fachada del Palacio Real de La Granja de Giovanni Battista Sacchett

Fachada del Palacio Real de La Granja de Giovanni Battista Sacchetti, cerca de Segovia. La fachada que da al jardín del palacio fue edificada en 1736 por este arquitecto italiano, que estuvo al ser vicio del rey Felipe V. El ritmo musical de esta arquitectura recuerda que el palacio fue la residencia estival de Scarlatti desde 1733 a 1749, período en que estuvo al servicio de la corte.

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