¿Cómo se desarrollaba el espectáculo? Se empezaba casi siempre con un prólogo (que volveremos a encontrar en los dramas de Shakespeare e incluso en épocas más recientes) que servía para poner al espectador al corriente de los hechos.
Terminado el prólogo, entraba el coro, y después se sucedían los distintos episodios (correspondientes, aproximadamente, a nuestros actos). Entre uno y otro episodio había intermedios durante los cuales el coro, acompañado por la música, cantaba los llamados estásimos. Cerraba el espectáculo el exodio, que también era cantado.
¿Qué función precisa tenía el coro? A pesar de que permanecía separado de los actores, intervenía en la acción, sirviéndole de comentario, que tenía, más que nada, un valor moral, o de resumen de los hechos, y algunas veces también podía asumir función de canto (de contrapunto a los sucesos, para ser precisos). Obedecía, por lo tanto, a una propia necesidad un tipo espectacular, pero también a otra de naturaleza psicológica.
Ya hemos visto que el espectáculo se desarrollaba mediante un empleo continuado de símbolos. En cierto modo, el coro —que también representaba al pueblo que participaba en el acontecimiento— servía como de puente entre dicho simbolismo y la posibilidad de comprensión del público, de los espectadores. Su comentario era a un mismo tiempo un comentario de naturaleza poética y una explicación.
Su función consistía, dentro de ciertos límites, en servir de trámite entre los hechos y el espectador. Tanto es así, que éste participaba tanto de la naturaleza del espectador (puesto que asistía a la representación que se desarrollaba en el escenario) como de la del actor (puesto que intervenía con su propio comentario en la representación).
Y el hecho de que éste sirviera para una mayor comprensión de la tragedia lo confirma su presencia a pesar las las suscesivas modificaciones, a lo largo de todo el arco de desarrollo del teatro griego.