De estos ritos y sacrificios han llegado a nuestros días tras recientes investigaciones los niños de Llullaillaco, tres momias encontradas a 6.730 metros de altura en la cumbre del legendario volcán del mismo nombre.
Son las “entregas” en los altares más altos que el hombre jamás haya construido. Estos niños ofrendados a los dioses (también pueden ser considerados como dioses ellos mismos), son los seres humanos que estuvieron más próximos a la refulgente divinidad de Inti.
Una de las momias encontradas está ligada a la historia de Tanta Carhua, una joven aclla (elegida, virgen del Sol) que fue sacrificada con motivo de la fiesta de la Capacoha (fiesta del sacrificio) durante la conmemoración estatal incaica en honor al sol. Se sabe que las personas sacrificadas eran elegidos como mensajeros del más allá, de allí su indumentaria y alimentos encontrados, para su viaje celestial.
Las montañas eran veneradas por estar más cerca del cielo que resultaba ser la morada de los dioses. Tanta Carhua, vestida como una reina ascendió junto a su séquito hasta lo alto de la montaña, allí la esperaba su última morada. Fue adormecida con una bebida especial para la ocasión que podría ser la conocida chicha (bebida alcohólica obtenida de la fermentación del maíz) y fue dejada junto a un suntuoso ajuar.
Los participantes de esta trascendental ceremonia descendían hasta sus respectivos lugares de origen. Caque Poma, el padre de Tanta Carhua, por haber concedido su única y pequeña hija al Sol fue agraciado por el Inka, y por ello ascendido a una mayor jerarquía, papel que era extensivo para su gente y descendientes futuros. Por su parte, Tanta Carhua, en su elevado y gélido santuario se deificó, transformándose en una huaca digna de veneración y sublime respeto, que protegía y custodiaba a todos sus vecinos.
A través de los objetos encontrados se sabe que las momias de Llullaillaco eran personajes pertenecientes a la nobleza Inca procedentes de la capital del Imperio en el Perú. Se puede apreciar un textil de brillantes colores, combinando el rojo, azul, verde y amarillo, en diferentes formas y figuras geométricas típicamente incaicas y que el autor del artículo se refiriera a tales motivos como la clave Inca, donde hay información registrada.
Este unku (especie de camisa sin mangas) que se encontraba sobre el hombro de la niña mayor parece provenir, o por lo menos tener relación con los grupos de la costa peruana, ya que un textil idéntico (unku) que seguramente perteneció a algún alto dignatario del Inca, fue hallado en la costa central del Perú y fechado entre 1500-1534 d.C.

La víctima, que se mantiene impertérrito mirando al monstruo, yace postrado a sus pies mientras el extraño ser le saja el cuello con un puñal.
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