En las estelas, los rasgos del rostro son esquemáticos, los brazos están pegados al torso en tanto que las manos sostienen en el pecho objetos identificados como “keros”. Todo el cuerpo se decora con los motivos de la Puerta del Sol.
Las estelas mayores son la Bennet, de 7,30 m de altura, la Ponce y la llamada El Fraile. Del mismo estilo y época es la famosa Puerta del Sol, máximo exponente de la cultura tiahuanacota. Tiene aproximadamente 4 m de ancho por 2,75 m de alto y está tallada en una sola pieza.
En su parte superior hay un friso que se interrumpe para dejar paso a una figura chata y frontal. En el friso hay personajes alados, unos totalmente antropomorfos y otros con cabeza de cóndor. La interpretación de estos elementos es muy discutida; para unos representa un calendario, para otros es un conjunto mítico, siendo la figura central la representación de Viracocha.
La cerámica de la tercera época no es incisa como la de épocas anteriores, sino pintada con gran variedad de diseños.
Morfológicamente, predominan las vasijas cilindricas de base plana con borde ondulado y un apéndice zoomorfo. La cerámica de la cuarta época es muy fina, y aunque deriva de la tercera, se enriquece con nuevas formas, entre las que sobresalen los incensarios que adoptan la forma del animal representado. En todos los casos, los dibujos son geométricos o de formas muy estilizadas.
En un momento dado, el estilo tiahuanacota aparece fuera de la metrópoli, como el caso de Lucurmata, a orillas del lago Titicaca, donde se conservan restos relacionados con el período urbano de Tiahuanaco. Otro conjunto notable es el de Ojje, en la península de Copacabana.
En la época imperial, Tiahuanaco se expande sobre las culturas de la sierra y costa peruanas, donde se producen ejemplos de cerámica y textiles muy notables.

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