Mientras estaba enfrascado en su primer gran proyecto residencial, la Casa Calvet, Antoni Gaudí aceptó algún que otro encargo menor. Su amigo Hermenegild Miralles Anglés le pidió que diseñara una puerta y un muro de cierre para la finca que tenía en la antigua carretera que conducía a la Finca Güell, hoy una concurrida avenida entre los barrios de Les Corts y Sarrià. Aunque algunos expertos atribuyen a Gaudí los dibujos de la casa y del cobertizo de la finca que ejecutaría años más tarde el arquitecto Doménech Sugrañes, no se han encontrado evidencias de ello.
La estrecha amistad entre arquitecto y cliente los llevó a colaborar en distintas actividades. Aparte de ser impresor encuadernador y editor Hermenegild Miralles fabricaba todo tipo de piezas, desde juguetes hasta azulejos decorativos, que Gaudí utilizaría en algunas de sus obras, como la Casa Vicens o el Bar Torino. Además, también usaría las potentes prensas hidráulicas de Miralles para efectuar pruebas de resistencia de los pilares de sus proyectos.
El muro que se diseñó para rodear la finca es ondulado, por lo que estructuralmente se necesitaba un grueso mayor en la base y una sección más delgada en la parte superior Los materiales utilizados fueron ladrillos cerámicos y restos de tejas árabes unidas con mortero de cal. Para coronar el muro se dispuso un elemento continuo que serpentea por encima de todo el conjunto,
La puerta que se utilizaba para la entrada de los carros tiene una forma arqueada irregular. Para crear el acceso, el muro se abre y se pliega mediante distintas curvas. Una armadura helicoidal interior de grosor variable aguanta la puerta, que aparentemente se mantiene en pie como por arte de magia, puesto que no existe ningún elemento externo que absorba cargas excéntricas.
Una marquesina completa las formas ondulantes de la entrada. Está formada por unas viguetas empotradas en la puerta, donde se apoyan unas tejas de fibrocemento y unos tirantes helicoidales. Este elemento fue eliminado en 1965 por sobrepasar lo establecido en las ordenanzas municipales y restituido por uno más pequeño en 1977.
A la derecha de la gran entrada, separada por una robusta columna de formas sinuosas, se encuentra un pequeña puerta de hierro que daba acceso a los peatones. El esfuerzo en modelar el metal es muy notable, ya que se le dio forma por su parte más delgada, sorteando el riesgo de rotura que suponía trabajar con un material tan poco dúctil.

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