América central

Hay que agregar que este siglo XVII es también el momento en que empieza a afirmarse la "escuela poblana", es decir, el uso de yeserías en el interior de los locales y de la policromía de la cerámica usada como revestimiento al exterior.
En las grandes ciudades, las obras comenzadas en el siglo XVI van a ser proseguidas o terminadas durante el siguiente y con las características con que habían sido imaginadas salvo algunos detalles de la decoración, más sujeta a la moda. En general se trata de conjuntos severos y de buena calidad de diseño, como pueden serlo en la Ciudad de México: las portadas de la catedral, las iglesias de la Concepción y San Bernardo, y el convento de Santa Teresa. En efecto, tanto allí como en provincias, los conventos de monjas van a adquirir a partir de entonces una gran importancia. En Querétaro, Morelia y otras ciudades centroamericanas se empiezan a levantar enormes edificios destinados a ese fin. Sus iglesias -cuyas naves únicas son paralelas a la calle sobre la que se abren por un doble portal- poseen también soberbios retablos y coros en una o dos plantas, desde donde las religiosas pueden seguir el oficio sin ser vistas.
Las obras maestras de la yesería poblana aplicadas al interior de las iglesias se encuentran, a principios del siglo XVII, en Santo Domingo de Oaxaca y, más tarde, en el templo del mismo nombre en la propia ciudad de Puebla. Estas yeserías suponen una libertad de imaginación tridimensional rara vez alcanzada en el arte de cualquier tiempo y país. Empiezan con cierto empaque renacentista y poco a poco se transforman en una proliferación delirante. En el siglo siguiente estas fantasías obsesivas serán interpretadas en "estilo ingenuo" en algunas de esas pequeñas iglesias próximas a Puebla, de las cuales las más famosas, por su exterior de cerámica y su interior en yeso policromado, son San Francisco Acatepec y, sobre todo, la inolvidable Santa María Tonantzintla.
No sólo México sigue construyendo durante el siglo XVII, sino que Guatemala, por ejemplo, conoce también un ritmo parecido, aunque con realizaciones más provincianas a medida que se alejan de los centros principales. La primera fundación de Guatemala es del año 1524: esta ciudad, al pie de dos volcanes, fue destruida en 1541. Trasladada apenas unos kilómetros más al Norte, la población iba a vivir siempre amenazada hasta el terrible terremoto de 1773. A partir de entonces se fundó una tercera ciudad en un sitio más propicio: la actual Guatemala, de menor interés arquitectónico. En cambio, la anterior, Guatemala Antigua o simplemente Antigua, a secas, es uno de los centros artísticos más importantes de la región.
En ruinas o en estado de relativa conservación pueden verse aún hoy en Antigua los conventos de las órdenes conocidas. El más importante es el de La Merced, organización de origen puramente español y que, junto con la Compañía de Jesús fundada por un español pero rápidamente internacionalizada, completan el panorama de la religiosidad más activa en todo el ámbito de la América hispana. En el convento de La Merced, en Antigua, se juega con el elemental pero bellísimo contraste que ofrece el muro de ladrillo revocado de un color claro y la decoración en relieve de cal blanca. Todos los elementos de la arquitectura culta están presentes allí, sólo que tratados en "popular": superposición de órdenes, columnas rechonchas y desproporcionadas, fustes salomónicos cubiertos de racimos, entablamentos, conchas, jarrones.
Durante los siglos XVI y XVII, las formas arquitectónicas, aunque muchas veces racionales y bellas en sí mismas, no dejan de resultar un tanto chatas y pesadas. Había motivos para ello: la Ciudad de México está construida sobre una laguna y teme aún hoy las grandes alturas; Antigua, en cambio, fue la víctima de una tierra que tiembla demasiado a menudo. En las siguientes centurias, empero, junto con el dinamismo general de las formas, vendrá un afán de verticalismo que producirá en México iglesias como la pequeña de Ocotlán en Tlaxcala o la emblemática de Santa Prisca, enTaxco. La otra adquisición de la época son por un lado las cúpulas que proliferan cubiertas de azulejos multicolores, y, por otro, los retablos también "en altura" dorados y policromados con verdadero énfasis.

 

Nave de la iglesia de Santo Domingo
Nave de la iglesia de Santo Domingo, en Oaxaca (México). El interior está compuesto por una sola nave de setenta metros de largo con capillas laterales a ambos lados y la anexa capilla del Rosario. Una de las características de esta iglesia es la magnificencia de su decoración barroca, en la que priman los dorados, y el contraste entre este interior y su exterior, más bien austero. Su construcción se extendió desde finales del siglo XVI hasta 1620.