Mediados siglo XII y siglo XIII
Conservadurismo y heterogeneidad
Algunas zonas europeas carecen del dinamismo que sí encontramos en la Renania o en Borgoña y la arquitectura tardorrománica permanece sustancialmente conservadora.
En Italia, y en particular en las regiones centrales y meridionales, esta tendencia se manifiesta sobre todo en la cubierta plana de las basílicas, que se prolonga todo el siglo XIII.
En estas regiones las iglesias con bóveda son casi desconocidas, y las pocas existentes de inspiración cisterciense resultan completamente ajenas a la tradición local.
La mayoría de las basílicas de cubierta plana sigue la tradición estilística del románico maduro y es posible fecharlas solo gracias a detalles decorativos que en la fase tardorrománica se enriquecen con nuevas formas, desde las molduras en cornisas y aristas hasta el refinamiento de los capiteles cúbicos.
En cualquier caso, en el siglo XII tardío la cubierta de bóveda, generalmente construida sobre el sistema obligado, se generaliza en la Italia septentrional, mientras que desde el siglo XIII se encuentran algunas formas tomadas de la Francia septentrional, como los arcos ojivales y las bóvedas divididas en seis elementos por las nervaduras, sin por otro lado conseguir nunca el dinamismo y la articulación que el uso de estos elementos generan al otro lado de los Alpes.
En las iglesias italianas predomina además la disposición simple de los cuerpos orientales, aunque cada vez con más frecuencia también se encuentran transeptos con crucero aislado.
La heterogeneidad de los fenómenos es una expresión de opciones arquitectónicas de una sociedad pluriestratificada y de clientes distintos.
Roma, por ejemplo, sigue siendo el polo de referencia para todas las tentativas de recuperación de la antigüedad, que asumen el significado de reivindicación ideológica y política de su herencia, y la actitud de extremo conservadurismo de los papas cristaliza en la arquitectura local en la fatigosa repetición de modelos de la antigüedad tardía.
No obstante, al lado de edificios conservadores se levantan algunas obras originales gracias a las cuales la Italia septentrional sobre todo, aunque no solo, asume un papel de primera línea en el arte tardorrománico europeo: las singulares iglesias de salón piamontesas, como San Bernardo y San Marco en Vercelli, o la catedral pugliesa de Molfetta, donde la tipología de la iglesia de salón se funde con la de la iglesia de cúpula originando una estructura única en toda la arquitectura medieval.

El cuerpo longitudinal y el coro cubiertos por bóvedas hexapartitas de la catedral de Piacenza expresan una sensibilidad nueva en el panorama italiano: la altura las pilastras y de las arcadas sugieren un espacio interior estructurado en sala.
Como en la catedral de Pisa, la nave central continúa sin interrupción bajo la torre del crucero; en correspondencia con este espacio, las arcadas se yerguen y se abren sobre un transepto de sala más bajo que la nave.
Las variantes planimétricas y las diferencias de altura aumentan el juego de de espacios y la combinación del esquema basilical del cuerpo longitudinal con el de sala del transepto confiere originalidad al templo.