De las lenguas insulares se conoce una interesante literatura desarrollada a lo largo del I milenio d.C., muy posterior, por tanto, al inicio de estas lenguas; permite reconocer un extenso vocabulario, la estructura lingüística y preciosas informaciones sobre sociedad y religión. La generalización del latín eliminó cualquier posibilidad de literatura en lengua indígena en el continente. Los datos de los que se dispone entonces son breves y en la mayoría de los casos hacen mención a nombres propios.
En celtibérico se conocen algunos textos breves como las tesserae hospitales, que son pactos de hospitalidad entre individuos o comunidades. Pero el hallazgo más importante de estos últimos años ha sido el bronce de Botorrita: es una tablilla rectangular de 40 por 10 centímetros escrita por ambas caras, 11 líneas en una y 10 en la otra.
Su lectura ha proporcionado importantes datos sobre vocabulario y estructura linyiística y, aunque la traducción es difícil, parece que se trata de una lex sacra que regula los límites de campos, los trabajos agrícolas y la percepción de impuestos o multas. En la península Ibérica, los territorios occidentales y noroccidentales han aportado una gran cantidad de inscripciones en latín con nombres propios indoeuropeos, pero no es posible aceptar por ahora un carácter céltico para las lenguas allí habladas.
Actualmente se acepta, por lo general, que «es celta todo aquel que habla celta». Así pues, el panorama lingüístico de la Europa antigua delimita el área céltica con más precisión que las fuentes escritas antiguas. Se incorporan, lo que no ocurría en las fuentes, los territorios insulares atlánticos y, claramente, parte de la península Ibérica.
Queda finalmente por ver el signiccado cultural que se atribuye al término celta. ¿Se puede hablar con propiedad de una cultura celta? Tradicionalmente se ha relacionado la cultura de La Tène con los pueblos celtas, sobre todo el aspecto artístico, de modo que arte celta y arte de La Tène son para muchos conceptos sinónimos.
La cultura de La Tène, de6nida a partir del yacimiento epónimo en Suiza, es una cultura arqueológica, es decir, ha sido caracterizada a partir de una serie de rasgos simlares como tipos de asentamiento y de enterramiento, por una tipología cerámica y de objetos de metal y por un característico. Se podría decir que dicha cultura se forma en los territorios comprendidos entre el norte de los Alpes, sur de Alemania y Prancia centro-oriental. Corresponde a la segunda Edad del Hierro, desde el 450 a.C., hasta la conquista romana, con una perduración en las zonas no conquistadas o escasamente romanizadas.
Algunos de sus rasgos se extienden hacia el este, el norte y el oeste hasta alc las Islas Británicas, pero en la península Ibérica, salvo algunos objetos metálicos como espadas y ábulas latenienses, no se puede hablar con personal, el arte decorativo, es bastante uniforme en Europa continental y en la islas, y prácticamente inexistente en la península Ibérica, mientras que producciones, a veces consideradas como obras maestras del arte celta, por ejemplo el caldero de Gundestrup hallado en un pantano de Jutlandia, proceden de zonas no consideradas latenienses ni de habla celta.
La Tène hunde sus raíces en la anterior cultura de Hallstatt de la primera Edad del Hierro, desarrollada entre el 750 y el 500 a.C., y que a su vez es el resultado de las transformaciones protagonizadas por los grupos de la cultura de los Campos de Urnas del Bronce Final entre el 1200 y el 750 a.C.
La sucesión de dichas culturas no implica ruptura, ni mucho menos la llegada de nuevos pueblos; los cambios en lo social, económico, político e ideológico que se vislumbran de una a otra son resultado de un proceso básicamente autóctono en el que no se deben exduir estímulos e influencias externos.
El período a partir del 1200 a.C. es crucial para la configuración étnica y cultural de la Europa protohistórica. Durante el Bronce Final se asiste a una expansión de algunos rasgos culturales en la mayor parte de Europa centro-ocddental que, aparentemente, da la sensación de uniformidad cultural.
Lo más llamativo es la adopción generalizada del ritual de la incineración, es decir de la cremación del cadáver y posterior deposición de las cenizas en una urna de cerámica que se entierra bajo tierra; por lo general, las urnas aparecen agrupadas formando necrópolis. Este rito es lo que ha dado nombre a la cultura de los Campos de Urnas. Junto al nuevo rito, se adoptan unos tipos de cerámicas bastante similares, especialmente la urna cineraria.
Torque (Museo Británico, Londres). Este torque procedente de Snettisham (Gran Bretana) es un fino trabajo realizado entrelazando hilos de oro mezdados con plata.