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Historia del Arte

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Introducción al arte celta (III)

Independientemente del importante transfondo político, económico y social que tiene este comercio, hay que tener en cuenta otro tipo de repercusiones. Algunas son de índole tecnológica, como el conocimiento del torno alfarero y de nuevas técnicas de metalurgia y orfebrería, como el granulado y la filigrana. Otras, y esto es importante para el arte, son de índole ideológica y estética.

Las decoraciones de las cerámicas y de los bronces importados introducen en un mundo bárbaro, es decir no mediterráneo, la simbología religiosa y social de una sociedad aristocrática y urbana: algunos temas homéricos, juegos funerarios, escenas de banquete, procesiones y desfiles de soldados de a pie (hoplitas), jinetes y carros.

Las mismas ánforas vinarias y los recipientes áticos para la mezcla, servicio y consumo del vino son una prueba de que la costumbre del symposio había sido adoptada por las élites de Centroeuropa.

Al mismo tiempo se introduce una temática vegetal y zoomorfa completamente desconocida: flores de loto, palmeras, animales reales o fantásticos como leones, grifos, esfinges que se habían generalizado en el Mediterráneo desde el siglo VIII a.C., constituyendo el período orientalizante, son motivos que irán progresivamente siendo adoptados por los broncistas y orfebres centroeuropeos a partir del siglo VI a.C., iniciando un estilo orientalizante absolutamente personal.

Un ejemplo de este estilo orientalizante, con muchas aportaciones indígenas, es el llamado arte de las sítulas, que son recipientes troncocónicos de hoja de bronce con una decoración distribuida en franjas horizontales donde, por lo general, se registran escenas de banquete, de soldados y carros en marcha, de lucha, y de animales reales o fantásticos.

No todo lo oriental se debe a inspiración greco-etrusca. A través del área de los Balcanes llegan también, entre los siglos VI y V a.C., influencias procedentes del mundo escita y también del Irán, evidenciadas en algunos temas animalísticos y en algunos objetos como los característicos recipientes cubiertos con hoja de oro, en forma de cuerno, que se encuentran ya en las últimas tumbas del período hallstáttico y van a ser característicos de la siguiente etapa.

A partir del siglo V a.C. se detecta una serie de transformaciones – se habla a veces de la crisis del siglo V – difíciles de interpretar en toda su amplitud. En primer lugar varía ligeramente el escenario geográfico que proporciona los datos arqueológicos sobre los que se basa el conocimiento de los inicios de la nueva cultura.

Si Hallstatt se conocía por los centros de poder (poblados o necrópolis) del alto Danubio y Francia oriental, los inicios de La Tène – identificados precisamente por su estilo artístico – se detectan un poco más al norte, en la zona del Rin medio y del Mosela, la región de Hunsrück-Eifel.

Efectivamente, Mont Lassois y la Heuneburg interrumpen su vida o, cuando menos, dejan de ser centros de importaciones mediterráneas y redistribución de las mismas. En general cambian las relaciones con el mundo mediterráneo.

Se cierra la ruta que Massalia había abierto a través del Ródano y que accedía a los territorios hallstátticos occidentales. Desde finales del siglo VI y a lo largo del V a.C. se potencia la actividad comercial desde el Adriático, a partir de centros como Adria y Spina, que a través de los Alpes llegará hacia el interior. Ahora arriban recipientes de bronce de origen etrusco, algunos griegos, o se fabrican copias locales y cerámicas áticas de figuras rojas.

Pero no sólo cambia el lugar de origen y la distribución final de las importaciones, sino también la categoría y el sentido de las mismas. Ya no aparecen regalos suntuosos como había sido la crátera de Vix, ni las acumulaciones de bienes de prestigio.

Además, salvo raras excepciones, las importaciones mediterráneas cesan prácticamente a partir del 400 a.C. y sólo el uso abundante del coral en la joyería – presente desde la época de Hallstatt – deja huella de una continuidad de los contactos con el mundo mediterráneo.

Así pues, la Europa «bárbara» se mantendrá más cerrada a las influencias externas hasta el siglo II a.C., momento en que Roma volverá a abrir las rutas comerciales con el interior a través de su comercio vinario, actividad precedente o acompañante de sus campañas de conquista.

Precisamente ha sido en las tumbas de la región de Hunsrüch-Eifel, rica en hierro, donde se localizaron los objetos que se consideran como característicos del primer estilo del arte de La Tène.

Son tumbas con inhumaciones acompañadas de carros de dos ruedas, algunas importaciones como coral o recipientes de bronce etruscos, alguna cerámica de figuras rojas y, sobre todo, cerámicas, espadas, bronces y objetos de oro procedentes de talleres centroeuropeos, con un estilo decorativo sorprendentemente nuevo y personal, aunque muchos de sus motivos puedan rastrearse en el pasado o en una inspiración oriental.

El arte de La Tène se manifiesta en los pequeños objetos como la cerámica, pero sobre todo en las manufacturas metálicas para uso personal: espadas de hierro, fíbulas, brazaletes, torques, espejos, recipientes, cuernos para beber, arneses de caballos, adornos para los carros.

Es un arte para «llevar encima», para lucimiento personal de unas élites guerreras y que responde, por tanto, a criterios muy diferentes de las manifestaciones artísticas contemporáneas desarrolladas en los países ribereños del Mediterráneo, donde, además del florecimiento de las artes menores, son la arquitectura y la gran escultura las principales expresiones artísticas.

Paul Jacobsthal, en su obra Early Celtic Art, propuso una sistematización del arte celta a partir de la evolución de los motivos decorativos, estableciendo una verdadera «gramática» de decoraciones celtas.

Distinguió tres estilos: Estilo Antiguo o Primer Estilo, tomando como referencia los hallazgos de la región de Hunsrück-Eifel; Estilo de Waldalgesheim, a partir del tesoro hallado en el enterramiento de esa localidad renana, y Estilo Plástico, junto con otras manifestaciones, como el Estilo de las Espadas y el Estilo de Cheshire.
arte celta
Casco de Amfreville (Musée de Saint-Germain-en-Laye). Este casco es un claro exponente de la originalidad del arte celta, apasionado por el juego de las líneas curvas, que los historiadores del arte han descubierto hace tan sólo unos decenios, ya en pleno siglo XX.

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