Aunque poco conocido, el arte negroafricano abarca un período extenso, de casi 30.000 años. Las primeras muestras conservadas son de hacia el 26000 a.C. y consisten en pinturas y grabados rupestres en la zona de Namibia. No se descarta que en futuras excavaciones y exploraciones se encuentren vestigios anteriores ya que el género humano se originó en este continente.
En la zona del Sahara existen numerosos ejemplares también de arte muy antiguo, de la época neolítica, si bien de un momento más reciente que el de África meridional. Se trata también de pinturas y grabados de entre el 8000 a.C. y el siglo I d.C.
En este mismo lapso histórico en la zona alta del río Nilo se desarrolló, entre el 8000 a.C. y el 500 d C, el reino negro de Nubia (actual Sudán), con interesantes manifestaciones artísticas. A partir de los primeros contactos con el mundo egipcio, en torno al 2000 a.C., empezaron a trabajar materiales nobles, de los cuales nos han llegado algunas piezas.
Desde mediados del I milenio a.C. las poblaciones saharianas se expandieron hacia el sur y se tienen muestras de su presencia en la cuenca del río Níger. Destaca la ciudad de Djenné, con su gran mezquita, que fue fundada entorno el 250 a.C. y que se desarrolló gracias al comercio hasta llegar a su mayor expansión en el 850 d.C.
Entre el 500 a.C. y el 200 d.C. se desarrolló en la zona media del río Níger la cultura Nok.
El nacimiento de este pueblo sigue siendo un misterio, igual que el significado de sus esculturas. Un poco más al sur y en torno al año 350 a.C. se tienen las primeras muestras de la cultura Ifé, la cual desarrolló magníficas cabezas en bronce y terracota, que demuestran la perfección de los artesanos en el momento de usar la técnica de la cera perdida en tan remota época.
Poco se conoce de lo que sucedió en África hasta el año 500 d.C. Se sabe, sin embargo, que en el sur del continente se seguían pintando y grabando rocas y cuevas. Sin embargo también se han encontrado los restos de siete esculturas en un yacimiento cercano a Pretoria (Sudáfrica).
Están realizadas en loza y, según los datos de la datación por radiocarbono, fueron enterradas en torno al año 500, lo que las convierte en las piezas escultóricas más antiguas del hemisferio sur africano.
En Etiopía, entre el siglo I y VII, se desarrolló el reino cristiano de Axum. En este estado se originó un arte sacro cristiano. Cabe señalar, por su monumentalidad, las estelas funerarias de unos 20 metros de altura que se erigieron cerca de la ciudad de Yeha, con motivo de la muerte de personajes de la elite política y religiosa.
A partir del año 500 hay que diferenciar el arte africano según la zona de su producción, distinguiendo así dos grandes centros: África occidental y África suroriental. En la zona occidental aparecieron diversos reinos que se enriquecieron por el comercio transahariano entre los pueblos del norte y los del sur del desierto. El primero de estos reinos en surgir fue el de Sonninké, en Ghana, y se convirtió en uno de los centros principales.
Entre el 500 y el 800 se desarrolló enormemente la ciudad de Djenné, que junto a la civilización previa de los Nok, fueron uno de los primeros en dominar la técnica del hierro, y entre el siglo X y XV, elaboraron magníficas piezas de terracota.
Desgraciadamente, las excavaciones no profesionales han expoliado muchos de estos testimonios y hoy poco se puede descubrir acerca de su significado. Sin embargo las pocas investigaciones profesionales han revelado que eran objetos ceremoniales que eran enterrados junto a otros objetos rituales.
Cabeza Jemaa (Comisión Nacional de Monumentos, Lagos). Fechada hacia el año 500 a.C., esta escultura realizada en terracota por la cultura Nok procede del yacimiento arqueológico de Jemaa, que está en el estado de Kaduna (Nigeria).