Es en Nigeria donde se han localizado los más antiguos testimonios del arte africano. En el poblado de Nok, en la provincia de Zaria, se hallaron, en unas minas de estaño abandonadas, y mezdadas con hachas de piedra pulirnentadas y con restos de una industria del hierro, un conjunto de esculturas de terracota de tamaño diverso, entre las que destaca una serie de estilizadas cabezas humanas de forma cilíndrica o cónica, con complicados tocados, y boca, ojos, orejas y pupilas realizados mediante excisiones.
Además de estas cabezas y de fragmentos de cuerpos, brazos y piemas humanos, se han encontrado figurillas de animales de tipo realista. A los hallazgos de Nok se han unido, en los últimos lustros, varios más descubiertos en lugares cercanos. Según los datos que proporciona la datación mediante el carbono 14, las esculturas de Nok se remontan a una época comprendida entre el 500 a.C y el 200 d.C.
Cerca de Nok, en el sudoeste de Nigeria, en territorio habitado desde antiguo por la etnia yoruba, se desarrolló un importante foco cultural centrado en torno a la ciudad de Ifé, capital religiosa de la mencionada etnia.
Un investigador alemán, Leo Frobenius, descubrió en 1910, en la ciudad de Ifé, un conjunto de esculturas representando bellísimas cabezas humanas realizadas en terracota y en bronce fundido, de ta-maño algo menor que el natural, de un extraordinario realismo y elaboradas con una habilidad y una técnica altamente refinadas; junto a estas cabezas aparecieron también esculturas muy estilizadas que entroncaban el arte de Ifé con el de Nok.
En 1938 fueron descubiertas, también en Ifé, 18 hermosas cabezas en bronce fundido, de extraordinaria perfección, la mayor parte de las cuales se conservan hoy en día en los museos de Nigeria (en Ifé y en Lagos). En los años sesenta se practicaron excavaciones en algunos centros cercanos a Ifé, que proporcionaron nuevos y extraordinarios hallazgos.
Lo más sorprendente del arte de Ifé son, sin duda, las magníficas cabezas humanas, que constituyen verdaderos retratos, quizás algo idealizados. Estas cabezas difieren totalmente, tanto en el tratamiento de las formas, como en las técnicas empleadas, e incluso en el mensaje que transmiten, de cuanto representa el arte negroafricano posterior; hasta el punto que se ha pretendido entroncar el arte de Ifé con el de las altas culturas mediterráneas.
En 1950, M. W. Fagg formuló la hipótesis de que los yoruba, creadores del arte de Ifé, hubiesen emigrado hasta Nigeria desde las orillas del alto Nilo, en los inicios de la era cristiana; las emigraciones pudieron producirse en diferentes oleadas, de modo que Nigeria habría recibido el influjo de la cultura de Nubia, donde se conservaban tradiciones egipcias y prehelénicas.
Otras hipótesis, menos plausibles, entroncan el arte de Ifé con posibles contactos e influencias de fenicios, cartagineses e incluso griegos y romanos, que pudieron establecerse en aquellos territorios de modo fortuito, en el transcurso de sus expediciones a lo largo de las costas del golfo de Guinea.
El oni regulaba los conflictos dinásticos y coronaba a los reyes de los estados federados. La ciudad santa de Ifé era – y es aún en la actualidad – foco de atracción de peregrinajes procedentes de buena parte de la cuenca del río Níger. Las cabezas de terracota y de bronce serían retratos de los oni y de sus esposas.
Las cabezas de bronce están fundidas por el difícil procedimiento de la cera perdida, realizado con extraordinaria perfección, sólo superada por los grandes escultores italianos del Renacimiento.
Algunas de estas cabezas, por su expresión severa y altiva, poseen la dignidad de los retratos de la Roma imperial; no obstante, sus rasgos, sus bocas de labios gruesos, los ojos rasgados, la nariz ancha de aletas dilatadas, reflejan las características raciales negroafricanas.
Algunas cabezas presentan surcos paralelos, que recorren las caras longitudinalmente y que representan un tipo de escarificación practicado en esta zona de África. Asimismo, en torno al nacimiento del cabello y de la boca y las mejillas, algunas cabezas ostentan pequeños orificios en los que al parecer se insertaban pelucas, barbas y bigotes artificiales hechos con pelo natural.
Cabeza con peinado trilobulado (Museo Kansallis, Lagos). Pieza en terracota perteneciente al arte nok, cuyas figuras, en este período, acusan una gran homogeneidad estil ística. cuidado de los detalles corporales, búsqueda de la expresividad, tratamiento geométrico de los ojos, frecuentemente triangulares, y técnica de perforación de los ojos, la nariz y las orejas. Unas tienden a la esquematización, y otras, al naturalismo.
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