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Historia del Arte

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Eduard Manet V

Fue el desaire inferido oficialmente a este cuadro, al ser rechazado, lo que impulsó a Emile Zola a redactar sus célebres y combativos artículos en elogio de Manet, publicados primero en L’éüénement, y después (al ser despedido de aquel periódico) desde las páginas de la Revue du XIXe siécle. Manet premió aquel rasgo retratando en 1868 al jefe del naturalismo literario, en una de sus obras de retrato más jugosas y luminosas (hoy en el Musée d’Orsay).

En ella, Zola, en el estudio del pintor, aparece sentado ante una desordenada mesa llena de papeles, y en el fondo de la pintura se ven una fotografía de Olympia, una reproducción de los «Borrachos» de Velázquez, con dos obras del arte japonés: una estampa colorida, y un kakemono colgado en la pared.

En 1867, al no conseguir Manet que una colección de sus obras se expusiera dentro del recinto de la Exposición Universal celebrada aquel año, organizó (como hizo Courbet) su exposición privativa fuera de aquel recinto, en un barracón levantado en la Plaza de Alma.

Fue la admiración provocada por las pinturas allí exhibidas lo que selló su amistad con los futuros impresionistas, a cuya tertulia de los viernes, en el Café Guerbois, concurriría regularmente (con Degas) en 1868 y 1869. Dos cuadros de 1870 consagran, todavía, la novedad de aquel nexo amistoso; ambos se hallan en el Musée d’Orsay, y son: L’Atelier de la rue Condamine, de Bazille, que rememora una visita hecha al estudio que compartía entonces con algunos de sus amigos aquel joven pintor, que moriría en combate aquel mismo año, y el gran cuadro de Fantin-Latour Un atelier aux Batignolles, el cual representa a Manet pintando el retrato de Astruc en presencia del pintor alemán Otto Scholderer, y de Renoir, Bazille y Monet.

Con otra futura pintora del impresionismo: Berthe Morisot, había entrado Manet en contacto, en 1866, a través de Fantin-Latour. Esta sutil artista -que con su hermana Edma había tomado, hasta poco antes, lecciones del anciano Corot- sintió en seguida por Manet una gran admiración; en 1868 le sirvió de modelo para la figura femenina sentada que aparece en Le balcón (Musée d’Orsay), gran composición realista (todavía de derivación goyesca), rica en refinadas armonías cromáticas. En aquel año y el siguiente (cuando Manet contaba con una discípula directa de talento: Eva González), Berthe Morisot, al intimar con la madre y hermanos de Manet -cuyo padre había fallecido en 1863-, concurrió con asiduidad a su estudio. Manet realizaría de ella varios retratos, casi en su totalidad anteriores a 1874, año en que Berthe se prometió y casó con Eugéne, hermano del pintor.

De entre ellos destaca, en el Musée d’Orsay, uno pequeño, de 1873, muy sugerente (por la pose y factura) del arte de Goya, en el cual la joven aparece sentada atisbando entre las varillas de un abanico. Superior es otro que fue pintado un año antes: Berthe Morisot au bouquet de violettes (propiedad de la familia Rouart y expuesto públicamente en varias ocasiones). Reproduce en cabeza y busto a la retratada, con mirada entre absorta y pensativa, vestida de luto, y llevando prendida, bajo el leve escote, un ramito de violetas, tocada con un sombrerito de bridas que se le anudan al cuello, con las graciosas meches folies de sus cabellos rubios combinándose con las cintas que penden de aquel caprichoso tocado.

Cabe, realmente, considerar el año 1868 como inicial, en el arte de Manet, de una absoluta plenitud. Además del Retrato de Zola y del «Balcón», en dicho año se pintaron el fascinante Retrato de Duret, de reducidas dimensiones, y el lienzo La lectura, para el que posó la esposa del pintor, obra que se conserva en el Musée d’Orsay París, en donde también se halla el fino retrato que de ella pintó Manet un año antes, y que la reproduce de perfil, sentada ante el piano.

También en 1868 comenzó el artista otra pintura extraordinaria, que se terminaría un año después: El almuerzo en el estudio, interior concebido como uno de aquellos refinados lienzos del antiguo intimismo holandés. En el centro de esta matizadísima obra (Pinacoteca Moderna de Munich), León Koélla aparece, en primer plano, recibiendo plenamente la luz blanca que inunda el cuadro, y vestido según la pintoresca moda de la época, colocado de espaldas a la mesa, sobre cuyos manteles se extiende un bodegón, o por decirlo de otro modo, unos «restos de comida» dignos de Chardin, mientras, detrás de ella, un personaje con sombrero de copa gris sorbe su café. Al extremo opuesto del lienzo la figura de la sirvienta se halla plasmada del modo sucinto que requiere el efecto apetecido de profundidad espacial.

La Partida del barco de Folkestone (Museo de Filadelfia) y El puerto de Boulogne bajo un claro de luna (Musée d’Orsay), son cuadros de tema portuario realizados en 1869, un año antes de que Manet pintara En el jardín, lienzo (hoy en una colección neoyorquina) que ofrece cierta similitud de concepto con algunas obras de Claude Monet.
Edouard Manet
Retrato de E. Zola de Edouard Manet (Musée d’Orsay, París). Pintado en 1868 y expuesto en el salón de aquel año, representa a Zola en la época en que emprendió su ardorosa defensa del arte de Manet, y manifiesta tal circunstancia (así como las fuentes y afinidades de aquel arte) a través del opúsculo que Zola sostiene en sus manos, la fotografía de Olympia, el grabado de Los borrachos y la estampa japonesa de la pared. Fue legado en 1918 al Louvre por la viuda de Zola.

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