En julio de 1870, el estallido de la guerra franco-prusiana sorprendió a Manet en la casa de campo de su amigo el pintor italiano De Nittis. Ante el mal cariz de la campaña bélica apresuró su regreso a París, y durante el asedio de la capital francesa se alistó (como oficial de artillería) en la Guardia Nacional, a las órdenes nada menos que de Meissonier, el celebradísimo autor de tableautins con personajes vistiendo casaca. Al terminar la contienda (antes de que se produjeran los acontecimientos de la Commune) corrió a juntarse con los suyos en Oloron, y en el viaje de regreso a París, pintó, en 1871, El puerto de Burdeos (Colección suiza Bührle), y seguidamente inició una serie de pequeños y magníficos lienzos de naturaleza muerta.
El año 1873 fue para él de febril actividad, además del optimista Le bon bock (Museo de Filadelfia), retrato del grabador E. Bellot, inspirado en la técnica de los retratos de Frans Hals, obra muy bien acogida en el Salón de aquel año, juntamente con la litografía, realizada en color, del «Polichinela» (lo que atrajo al estudio del pintor al marchante Durand-Ruel), ejecutó el difícil cuadro: Baile de máscaras en la Ópera (Colección Doris Havemeyer, Nueva York), y pintó, durante aquel verano, en Beck-sur-Mer, un lienzo titulado, como la novela de Victor Hugo, Les travailleurs de la mer, ejecutado a bordo de una chalupa de pescadores (Colección Vogel, Nueva York), y el sobrio, pequeño, y de finísimos tonos: En la playa, que de la Colección Doucet ha ingresado en el Musée d’Orsay Vuelto a París en septiembre, realizaría dos pinturas de temas característicamente burgueses y al aire libre: Au chemin defer (Galería Nacional, Washington) -por su elegante limpidez una de sus obras maestras, con una joven madre y una niña, que, a través de una verja, contempla la humareda de un tren- y Partida de croquet (Stádelsches Institut, Francfurt).
Estos fueron los últimos cuadros en que para él posó Victorine Meurent. De finales de aquel año es, todavía, la Dama de los abanicos (Musée d’Orsay), retrato de Nina de Callias (también llamada Nina de Villard por su nombre de divorciada), mujer extravagante (si jamás las hubo), amiga del literato Charles Cros, la cual aparece semitendida en una cama turca, con un fondo de pared sembrado de abanicos japoneses.
En algunas de tales obras apuntan las analogías que se habían establecido entre Manet y los impresionistas, a cuya primera exposición, en 1874, se negó ya rotundamente a participar. Jamás Manet empleó las pinceladas yuxtapuestas, de matices puros, que aplicaban sistemáticamente aquellos sus amigos. Esta distinción, y el empleo del color negro, al que nunca renunció, es lo que marca la separación de Manet con respecto a la pintura impresionista. En cambio, retuvo de ella, en varios casos, la impresión de inmediatez con respecto a la visión inicial. Esto es observable sobre todo en las obras que durante el verano de 1874 pintó, residiendo él en Gennevilliers, cuando fue a pintar a Argenteuil, en la margen opuesta del Sena, en donde se hallaban instalados, a la sazón, Monet, Renoir y Caillebotte.
Son cuadros que aspiran a recoger con prontitud el motif (lo que trasciende al tono, e incluso a la índole de las pinceladas), como ocurre en el pequeño lienzo que evoca a Monet pintando en la embarcación que le servía de estudio flotante (Pinacoteca Moderna, Munich); pero las dos principales pinturas que ejecutó entonces, aunque en ellas se presta al paisaje o al cromatismo del ambiente atención nueva en el artista, son esencialmente estudios de figura. Se trata de las tituladas: Argenteuil o Les canotiers (Museo de Tournai), y En bateau -en inglés: Boating-(Museo Metropolitano), ambas con azules fondos fluviales luminosísimos.
Dos lienzos del año siguiente realizados durante una visita a Venecia (hoy en colecciones de Estados Unidos), muestran efectos semejantes, y en otras obras, como la que se titula La colada, también pintada al plein air en dicho año (Fundación Barnes, Merion, Pennsylvania), o en estudios de semidesnudo como en el famoso Blonde aux seins nus, de 1875, así como, en 1876, en el Retrato del poeta Mallarmé, ya entonces íntimo amigo del pintor (ambos lienzos en el Musée d’Orsay), Manet llegó a resultados parecidos, y lo mismo ocurrió con las pinturas de paisaje urbano en que (antes de abandonar en 1878 su taller de la Rué de Saint-Petersbourg, para trasladarse a otro más lujoso en la Rué d’Amsterdam) evocó la Calle Mosnier (hoy, de Berna), que se divisaba desde aquel piso; tal afinidad con la sensibilidad del impresionismo se nota de manera especial en dos de aquellos lienzos, el titulado: Rué Mosnier aux paveurs, con operarios empedrando dicha calle (Colección de Lord Butler, Londres), y en la vista que la reproduce empavesada con banderas tricolores (Colección Bührle, Zurich).
Retrato de Stéphane Mallarmé de Edouard Manet (Musée d’Orsay, París). Realizado y firmado en 1876, este retrato del gran poeta simbolista, que intimó con Manet desde algunos años antes, fue pintado según los principios del impresionismo, con pinceladas ágiles y nerviosas. La mirada pensativa de Mallarmé recrea la imagen del artista creador, que se queda ensimismado en sus propios pensamientos.