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Historia del Arte

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Período neosumerio (I)

En cuanto al zigurat de Ur, iniciado por Ur-Nam-mu, se construyó como una torre de tres pisos. El primero, completamente macizo, tenía sesenta y cinco metros de largo por cuarenta y tres de ancho y una altura de veintidós metros.

Sus paredes son ligeramente inclinadas y formadas por un revestimiento de ladrillos cocidos, de tres metros de espesor, que mantiene la masa interior de ladrillos secados al sol. Se subía a la plataforma del primer piso por tres escalinatas monumentales: dos adheridas a la fachada y una tercera de frente que conducía al mismo rellano que las otras dos. Las tres tienen cien escalones.

Encima de este pedestal gigantesco se alzaban las otras dos plataformas superpuestas, en la cima de las cuales estaba el templo de recibimiento para el dios. Otro templo en la base, acondicionado como morada de la divinidad, convierte el conjunto -con sus escalinatas para el despliegue de los cortejos-en una monumental escalera para ascender o descender del cielo, análoga a la del sueño de Jacob por la que veía ir y venir a los ángeles. Y he aquí que el dios estaba en lo alto, precisa el capítulo 28 del Génesis. Jacob, después de la visita a la tierra de donde salió su padre, debía recordar las ceremonias religiosas y los cortejos que circulaban por las gigantescas escalinatas del zigurat de Ur.

Todavía hoy resulta increíble imaginarse que estas arquitecturas gigantescas fueron realizadas con ladrillos, ninguno de los cuales alcanza los cuarenta centímetros. Debieron ser necesarios millones de piezas hechas a mano y vencer dificultades enormes para acoplar el conjunto.

No se sabe con certeza cuál era la función de estos monumentos emblemáticos de la Mesopotamia antigua. Se ha especulado mucho acerca de su funcionalidad existiendo en la actualidad varias teorías. Algunos especialistas piensan que básicamente era proporcionar un lugar para hacer ofrendas a la deidad; para otros representa el trono terrenal del dios e incluso no falta quienes lo ven como un lugar monumental para el ofrecimiento de sacrificios.

El zigurat, no existía más de uno por ciudad, se convirtió en el monumento central del culto mesopotámico a lo largo de toda su historia. Se mantuvo en vigor en todos los períodos de la historia mesopotámica: sumerio, acadio, casita, babilónico y asirio.

Fueron edificios dignos de un elevado respecto y profunda admiración. Comparadas con los zigurats, las otras obras arquitectónicas de los neosumerios, pese a su colosalismo, parecen secundarias. Así los palacios y las tumbas, entre las que destacan las de los reyes Dun-gi y Bur-Sin, en Ur, pero ambas violadas y despojadas de sus tesoros antes de que las explorasen los arqueólogos.

Las estatuas neosumerias son el mayor argumento sobre la sencillez y nobleza de aquellos príncipes y de sus consortes. Pero el principal atractivo para quien los contempla es su belleza. Nos presentan una interpretación estética completamente original del rostro humano. En este sentido es impresionante la cabeza de una princesa, encontrada en Ur en 1927, que conserva el Museo de la Universidad de Pensilvania. Lleva una diadema lisa, circular, como un anillo de oro para retener los cabellos, y, pese a que le falta la parte inferior del rostro, sus ojos incrustados en lapislázuli nos miran con una expresión milenaria de asombro. El alabastro en que fue esculpida está viviendo una vida tan fuerte como la del mismo Gudea.

arte sumerio
Fachada nordeste del zigurat de Ur, en Iraq. Las raíces tipológicas del zigurat se hallan en los templos construidos sobre plataformas o montañas artificiales, algunas veces con dos terrazas superpuestas, que aparecieron en Mesopotamia en el V milenio. Concebido, ya a finales de III milenio, como templo, el zigurat quedó plenamente integrado en la vida de la ciudad. El zigurat de Ur es, junto con el de Uruk, el mejor conservado de toda la baja Mesopotamia. Fue construido en honor del dios Sin, entre los años 2111 y 2046 a.C, con ladrillo crudo recubierto de un paramento de ladrillo cocido. Al piso inferior se accede por tres escaleras que convergen en un portal, que, a su vez, da a un rellano intermedio entre el primer y el segundo piso.

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