El Liber pontificalis atribuye a la iniciativa y protección de Constantino la construcción en Roma de una serie de templos, el primero y más antiguo de los cuales es San Juan de Letrán, junto a su propio palacio, con un baptisterio circular, más tarde totalmente reedificado.
San Juan se fecha antes del 324, quizás entre 312 y 319 y le siguen las basílicas de San Pedro en el Vaticano; la de la Santa Cruz, en el palacio Sessoriano; la de los Santos Pedro y Marcelino en la Vía Labicana; la basílica de Santa Inés en la Vía Nomentana, con el bellísimo mausoleo de planta circular, hoy iglesia de Santa Constanza.
Un programa semejante se hizo extensivo a todo el Imperio. En Palestina empezó después de la peregrinación de Santa Elena del año 326. En Constantinopla seguirá a la fundación de la ciudad en el año 330. También construyó en Tréveris, capital tetrárquica de su padre, donde el propio emperador y sus sucesores residían largas temporadas. Todos estos templos demuestran la diversidad de las soluciones arquitectónicas ofrecidas por los arquitectos de la casa imperial. Así, las basílicas palatinas de San Juan de Letrán y de Tréveris son diferentes.
Distinta y también única gran iglesia constantiniana en Occidente con el cuerpo do un mártir, la basílica de San Pedro se convertirá en el paradigma de la construcción posterior hasta muy entrado el mundo medieval. Su fecha al parecer debe situarse entre el 324 y 330, antes de la fundación de Constantinopla. Si en este grandioso templo la solución martirial se encuentra en una estructura de basílica de cinco naves con transepto, los martyria de Tierra Santa crean el tipo de planta central, que tantísima influencia estaba destinado a tener en la Europa cristiana.
La iglesia de la Natividad de Belén, fechada hacia el año 333, añade a su estructura basilical alargada, de cinco naves y pórtico cuadrado, una gran cabecera octogonal flanqueada mediante pastoforias. El templo del Santo Sepulcro es un gran edificio incluido en una fábrica rectangular que, en su parte delantera, tiene una basílica de cinco naves con pórtico y ábside saliente, y detrás una gran rotonda que, dentro de una columnata, encierra la reliquia del sepulcro del Señor, el Martyrium por antonomasia.
Estas construcciones de Palestina permiten seguir el tipo del heroon imperial romano, y sus antecedentes pueden hallarse fácilmente en los edificios termales y en los grandes mausoleos que se construyeron desde el siglo II hasta la época de las tumbas imperiales de Split o de Salónica. Esta tradición funeraria continúa en Roma y fuera de ella. Más tarde aún, continuará en los mausoleos de la dinastía de Honorio, de principios del siglo V, junto al transepto de San Pedro del Vaticano.
No es éste lugar para describir las arquitecturas de Constantinopla, donde surgen nuevas formas, como la iglesia de los Apóstoles, pero es necesario consignar que si bien por una parte Constantino dio libertad a los arquitectos de los distintos puntos del Imperio para que ejecutaran sus obras, por otra existía un elemento uniformador en el hecho que los talleres del propio emperador enviaban capiteles y columnas labrados a las distintas construcciones imperiales.
Milán hereda en la segunda mitad del siglo IV el papel creador constantiniano de la arquitectura cristiana. Esta vez un obispo, San Ambrosio, convertirá la ciudad imperial en el centro espiritual de Occidente. Ambrosio está en la línea de los grandes constructores que impulsan y edifican como era tradición en la casa imperial, pero la originalidad milanesa empieza antes de su obispado.
En Milán se conservan en pie tres de los ocho edificios existentes a la muerte de San Ambrosio, cuatro de los cuales fueron construidos por él mismo: la iglesia del Salvador (después San Dionisio), la iglesia de las Vírgenes (hoy San Simpliciano), la de los Apóstoles (hoy San Nazario, del 382) y la de los Santos Mártires (o primer San Ambrosio, del 386), aparte de baptisterios y mausoleos.
Antes se había edificado la basílica Vetus, la basílica Nova o Santa Tecla, de fecha no anterior al 313 y muy romana en su estructura de cinco naves con transepto, y el extraordinario conjunto de San Lorenzo, fechado recientemente entre los años 355 y 372, uno de los edificios más singulares del siglo IV.
