Tampoco el realismo de Courbet dejó de influir en la pintura de sus más encarnizados detractores; si no en la del alemán Franz-Xavier Winterhalter, retratista relamido de la emperatriz Eugenia y de las damas de su corte, por lo menos en los grandes representantes de la pintura académica francesa del momento, y que brillarán aún como maestros solicitadísimos por la alta burguesía de la Tercera República, en su situación privilegiada de artistas que cuentan, sin trabas, con el apoyo oficial.
Así, algo pudieron aprender del «realismo» Alexandre Cabanel (1823-1889), Ernest Meissonier (1815-1891), hábil renovador de la manoseada pintura de batallas napoleónicas, e inspirador, a su vez, de E. Détaille y de otros especialistas en temas militares, y cultivador también del cuadro de género, o como Jean-Léon Gérome, con escenas orientales, o en sus poéticas evocaciones de la antigüedad clásica, sobre anécdotas bobas. En Carolus-Duran (1837-1917), la influencia de Courbet se nota de un modo claro en una de sus mejores obras juveniles: la Dama del guante, retrato de su mujer pintado al regreso de su viaje a España en 1861.
